A medida que pasa el tiempo, el interés hacia el desarrollo de robots por parte de las grandes empresas tecnológicas no hace más que incrementar. Como muestra de esto, tenemos la noticia acerca de que NVIDIA tiene intención de centrarse en este sector, a lo que ha respondido OpenAI, creadora de ChatGPT, sobre la cual se especula que empezará a profundizar en los robots humanoides. Lo cierto es que mientras esto siga sucediendo, el apartado de la robótica no hará más que dejarnos novedades sorprendentes.
Bajo este panorama, recientemente se ha dado a conocer una anécdota de lo más interesante protagonizada por un robot con inteligencia artificial (IA) que logró convencer a otros no solo de dejar de trabajar, sino también de regresar a sus casas. Se trató nada más y nada menos que de un experimento en un entorno controlado bajo la supervisión de investigadores, cuyo objetivo consistía en analizar la capacidad de persuasión de la IA sobre otras máquinas. Según las conclusiones de la prueba, el robot en cuestión empeló algoritmos de procesamiento de lenguaje natural para comunicarse y persuadir a los demás.
2¿Los robots persuasivos serían positivos o negativos?
Si bien es cierto que muchos expertos plantean que los robots con habilidades de persuasión podrían optimizar la eficiencia en entornos de trabajo colaborativo, no se puede dejar a un lado que esta capacidad de influir en otras máquinas también trae consigo una gran cantidad de dilemas éticos sobre quién sería el responsable de las acciones de estos equipos en caso de que se presenten errores o problemas.
De igual manera, de esta experiencia podemos rescatar el potencial y los desafíos de un futuro en el que, si todo continúa por la misma línea, las máquinas impulsadas por la inteligencia artificial tendrán roles sociales cada vez más activos, orientados a maximizar sus beneficios y minimizar riesgos.
