La inteligencia artificial ha irrumpido en el mundo del arte, desvelando secretos que han permanecido ocultos durante siglos. Uno de los descubrimientos más fascinantes se centra en una de las obras más icónicas de la historia del arte: un cuadro que ha capturado la imaginación de generaciones. Este hallazgo no solo pone en tela de juicio el legado de Rafael, uno de los maestros del Renacimiento, sino que también abre un debate sobre la autoría de varias de sus obras tardías.
3Estudios y ascenso a la fama
A medida que avanzaba en su formación, Rafael tuvo la fortuna de trabajar en el taller de Perugino, otro destacado artista de la época. Esta experiencia fue crucial, ya que le permitió perfeccionar su técnica y desarrollar un estilo distintivo que fusionaba la elegancia con la emotividad, características que se convertirían en sellos de su obra.
El talento de Rafael no pasó desapercibido, y pronto su carrera lo llevó a Roma, donde recibió una invitación del Papa Julio II. Este encuentro marcó un hito en su trayectoria, ya que le otorgó la oportunidad de trabajar en la prestigiosa Ciudad del Vaticano. Durante su tiempo allí, Rafael realizó una serie de frescos en la famosa Cámara de los Papas, obras que no solo embellecieron el espacio, sino que también consolidaron su reputación como uno de los más grandes artistas de su tiempo.