Hace algunas semanas se hizo oficial la llegada de Grok, la inteligencia artificial (IA) propia de Elon Musk. Desde entonces, una gran cantidad de polémicas han rodeado a esta herramienta, principalmente relacionadas con el uso de los datos de los usuarios de X (antes Twitter) para su entrenamiento. Sin embargo, poco y nada le importa esto al magnate sudafricano, pues su objetivo principal en lo que respecta a esta IA sigue intacto: competir con OpenAI y ChatGPT.
Y es que después de haber realizado una inversión astronómica en infraestructura, incluyendo un centro de datos situado en Memphis (Estados Unidos) que apunta a convertirse en el más potente del mundo, Elon Musk espera que su compañía encargada de administrar a Grok, xAI, empiece a generar ingresos que por lo menos sean comparables con los de OpenAI. Por el momento, las cosas no están saliendo como se esperaba, por ello, se están empezando a tomar cartas en el asunto.
1Elon Musk no quiere más dinero, quiere más poder
Mientras OpenAI tiene previsto facturar 4.000 millones de dólares este año, la proyección anual de xAI apenas supera los 100 millones, por lo que estamos ante un modelo de negocio que actualmente depende casi por completo de las demás empresas del propio Elon Musk, como X (Twitter) y SpaceX. Esto, y la naturaleza impulsiva y poco racional del magnate en lo que respecta a su objetivo de competir con ChatGPT, la cual se ve reflejada en la construcción en tiempo récord del centro de datos Colossus en Memphis, han dejado claro que lo que quiere Musk no necesariamente es dinero, sino el control del poder.
Y es que con un patrimonio de más de 330 millones de dólares, claramente a Elon Musk no le hacen falta billetes, al contrario, le sobran. Por ello, su hambre de poder y, más específicamente, de arrebatarle el control a OpenAI en el mundo de la IA, han hecho que xAI caiga en prácticas cuestionables, como el ya mencionado uso de los datos de los usuarios de X para entrenar a Grok.