Kiko Matamoros ha vuelto a ocupar titulares tras su reciente intervención en el programa Ni que fuéramos, donde abordó varios temas que han despertado el interés del público. Recién llegado de un viaje a Egipto que, según él mismo confesó, le sirvió para recargar energías, el colaborador de televisión no tardó en retomar su posición como uno de los protagonistas más comentados del medio. En esta ocasión, Kiko no solo habló de las tensiones familiares entre las hijas de María Teresa Campos, sino que también dio una inesperada actualización sobre su enfrentamiento legal con Edmundo Arrocet, el último novio de la fallecida periodista.
El programa comenzó con Kiko Matamoros abordando un tema delicado: la herencia de María Teresa Campos. Según el colaborador, este asunto sigue siendo un foco de conflictos entre sus hijas, Terelu Campos y Carmen Borrego. Aunque de cara al público ambas intentan proyectar una imagen de unidad, Kiko aseguró que en privado la situación es muy distinta. «No se soportan», comentó, dejando entrever que la rivalidad entre las hermanas no tiene fácil solución. Estas declaraciones, como era de esperar, no pasaron desapercibidas y prometen reabrir el debate sobre la aparente armonía familiar que las Campos intentan mostrar ante las cámaras.
Sin embargo, el momento más inesperado de la tarde llegó gracias a un giro que nadie esperaba. María Patiño, presentadora del programa, sorprendió al equipo al anunciar que había preparado un postre chileno: leche asada. La elección no fue casual, ya que el detalle estaba dedicado a Edmundo Arrocet, conocido popularmente como «Bigote», quien recientemente celebraba su cumpleaños. Este gesto, aparentemente inocente, sirvió como telón de fondo para que Kiko Matamoros revelara un aspecto hasta entonces desconocido de su relación con el humorista.
Cuando Marta Riesco, encargada de llevar el postre a Edmundo, fue asignada para la tarea, Kiko lanzó un comentario que dejó atónitos a sus compañeros. «Dile a Edmundo que de parte de Matamoros, un beso», comentó con una sonrisa. La reacción de Marta fue inmediata y, visiblemente confundida, preguntó entre risas: «¿Te llevas bien con él?». Lo que vino después fue una confesión inesperada por parte de Kiko: «Muy bien. Me han desestimado la demanda que me interpuso por llamarlo Bigote Pinochet».
Con esta declaración, Kiko no solo desveló que la disputa legal con el humorista había llegado a su fin, sino que también confirmó que el tribunal había fallado a su favor. «Estoy libre de cargos», dijo, visiblemente satisfecho con el desenlace. La demanda, presentada por Edmundo Arrocet, había sido un tema recurrente en los últimos meses, pero ahora, con la resolución favorable para Matamoros, parece que el asunto ha quedado completamente cerrado.
La tarde continuó entre risas y comentarios sobre la peculiar situación. El postre chileno, pensado como un gesto amable hacia Edmundo, se convirtió en el escenario perfecto para que Kiko demostrara, una vez más, su capacidad para convertir cualquier circunstancia en un momento de entretenimiento. Su sentido del humor, combinado con su habilidad para generar polémica, dejó claro por qué sigue siendo una de las figuras más destacadas de la televisión española.
Así, entre la controversia sobre la herencia de María Teresa Campos, el inesperado acercamiento a Edmundo Arrocet y su victoria legal, Kiko Matamoros demostró que sigue siendo una de las voces más influyentes del panorama mediático. Libre de cargos y con energías renovadas tras su viaje, el colaborador parece estar más que dispuesto a seguir protagonizando momentos memorables en los platós. Entre tanto, el público no puede evitar preguntarse cuál será la próxima bomba informativa que Kiko se atreverá a desvelar.