La factura por el consumo de energía eléctrica para una empresa considerada electrointensiva en España es un 188% más cara que en Francia y un 78% más costosa que en Alemania, es decir, la factura es 2,9 veces el coste de la energía en Francia y 1,8 veces el coste en Alemania, según el barómetro energético de la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (AEGE) con datos relativos al mes de noviembre.
La asociación destaca que la gran industria de Francia adquiere un 62% de su electricidad con contratos más competitivos que el precio de sus mercados eléctricos a través de la tarifa Arenh, a 42 euros el megavatio hora (MW/h).
Además, pone de manifiesto que los consumidores electrointensivos en España hacen frente a unos costes por los servicios de ajuste del sistema que no son considerados en Francia y Alemania.
BRECHA COMPETITIVA
Esto amplía la brecha competitiva en más de 12 euros el MW/h. Asimismo, las compensaciones por CO2 indirecto que obtienen las industrias electrointensivas en Francia o Alemania son «sustancialmente superiores» a las que recibe la industria nacional, «que están limitadas por la indisponibilidad presupuestaria», recalca AEGE.
Concretamente, en Francia acceden a compensaciones por encima de las de España por un total de 10 euros el MWh, mientras que en Alemania son 33 euros por MWh superiores. AEGE recuerda que para la industria electrointensiva, dedicada a los productos básicos y sometida a una fuerte competencia internacional, los precios de la energía eléctrica son un asunto «vital», puesto que llegan a representar hasta el 50% de sus costes de producción, y en algunos procesos lo supera.
La factura eléctrica de los clientes industriales está formada por los costes de adquisición de la energía, que incluye la energía en el mercado mayorista y costes añadidos al precio del mercado, así como por los peajes de acceso a las redes eléctricas, cargos e impuestos. Adicionalmente, el consumidor electrointensivo europeo obtiene distintas compensaciones por su contribución al sistema eléctrico y por la compensación de las emisiones indirectas de CO2.