Este lunes ha dado comienzo en Bakú (Azerbaiyán) la cumbre anual del clima de Naciones Unidas (COP29), que ya ha sido bautizada como ‘cumbre de las finanzas’ por el mucho énfasis que se va a poner en la necesidad de invertir dinero en la lucha contra el calentamiento global.
Mal asunto, pues, que no estén presentes ni Joe Biden, aún presidente de Estados Unidos; ni Emmanuel Macron, su homólogo de Francia; ni el canciller alemán Olaf Scholz; ni el líder ruso, Vladimir Putin; países que en conjunto suman cuarto y mitad del PIB mundial. De fondo, las horrendas consecuencias de la DANA en España se alzan como sombrío recordatorio del fracaso en la consecución de los objetivos de contención del cambio climático; mientras que la reciente victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses augura un futuro muy oscuro para las políticas ecológicas en Washington.
Aunque no asistirá en persona a la COP29, la presencia del controvertido magnate y político norteamericano se hará sentir sobre los negociadores. «La dramática victoria de Donald Trump en las elecciones de EEUU envenenará las conversaciones climáticas» -ha predicho Victoria Cuming, directora de política global en BloombergNEF– «La promesa de Trump de retirarse del acuerdo de París y quizás de todo el proceso climático de la ONU ampliará la brecha entre las economías industrializadas y las que se encuentran en desarrollo, lo que podría socavar el progreso en futuras reuniones».
LA HERENCIA DE LA COP DE DUBÁI
El año pasado, la cumbre del clima se celebró en Dubái (Emiratos Árabes Unidos), potencia mundial en la exportación de los mismos combustibles fósiles cuyas emisiones alteran el equilibrio ecológico cada vez más con cada año que pasa. Desde el día uno las conversaciones se vieron adulteradas por la influencia de 160 representantes, think tanks y agrupaciones comerciales con un historial negacionista respecto al cambio climático o el impacto de los hidrocarburos en el mismo.
Para sorpresa de nadie, la COP28 de Dubái finalizó con un insuficiente compromiso para «transicionar» hacia el fin de la era de los combustibles fósiles, sin obligaciones concretas para nadie. Las consecuencias, a un año vista del encuentro, son tan evidentes como tristes: el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 grados es casi una utopía.
Greenpeace, la organización ecologista por excelencia, ha sacado una vez más su lado más teatral para exigir acción a una cumbre en la que no cree casi nadie. Activistas de la ONG han desplegado una pancarta de 140 metros cuadrados en la Plaza de España de Madrid con el mensaje «Frenar el cambio climático salva vidas» y un crespón negro, en clara referencia a los más de dos centenares de víctimas de la catastrófica DANA que ha arrasado el Levante.
MUCHOS RETOS Y POCAS EXPECTATIVAS
Aunque todo parece estar en contra, las metas de la COP29 son ambiciosas, especialmente en el aspecto monetario. El objetivo principal de las conversaciones climáticas de este año es establecer una «Nueva Meta Colectiva Cuantificada» de financiamiento climático. Esta fórmula está diseñada para reemplazar el objetivo existente de los países ricos de proporcionar 100.000 millones de dólares anuales a los países pobres para apoyar su transición verde y su resiliencia ante eventos climáticos cada vez más extremos.
Según informa Bloomberg, es probable que se anuncie una cifra mayor en la COP29, posiblemente en la horquilla de los billones de dólares anuales, para satisfacer las necesidades de los países en desarrollo. Existe un impulso creciente detrás de la idea de un enfoque multinivel, lo que significa que gran parte del dinero prometido no solo provendría de los fondos públicos de los países ricos, sino también del sector privado y de bancos de desarrollo multilaterales.
El desafío financiero es, por consiguiente, colosal, máxime cuando la implicación de las principales potencias mundiales es, en el mejor de los casos, discutible. Una de las disputas más grandes que tendrá lugar en la COP de este año será el reclutamiento de nuevos países miembros en el grupo de donantes de financiamiento climático, en particular China.
LA TAREA DE AUNAR VOLUNTADES EN TORNO AL FINANCIAMIENTO CLIMÁTICO SE PRESENTA MUY DIFÍCIL: LA UE TIENE PROBLEMAS ECONÓMICOS Y LOS EEUU DE TRUMP SERÁN MENOS CONFIABLES QUE NUNCA
Esta discusión es aún más urgente debido a que la UE, el mayor proveedor de fondos climáticos, enfrenta dificultades financieras; mientras que EEUU, que nunca ha sido un donante confiable, lo será aún menos bajo el liderazgo de Trump. Durante años, la UE y EEUU han deseado que China, ahora el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo, aporte más.
El gigante asiático tiene la oportunidad de mostrar ambición a través de su próximo compromiso climático, conocido en la jerga de la COP como Contribución Determinada a Nivel Nacional. Los países deben presentar objetivos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en toda su economía para 2035.
«El resultado de las elecciones en EEUU no debe usarse como una excusa para que los líderes mundiales eviten tomar medidas contra el cambio climático en la COP29», ha dicho Mary Robinson, ex presidenta de Irlanda y miembro de The Elders, un grupo fundado por Nelson Mandela, agregando que, de no atajarse, la alteración del clima «solo traerá más muerte y devastación».