Las fusiones y adquisiciones (M&A) parecen preparadas para una recuperación plurianual, independientemente del candidato que llegue a la Casa Blanca, según Morgan Stanley.
Mientras los inversores intentan calibrar el impacto de las próximas elecciones presidenciales en EE.UU. y las posibles políticas de los candidatos sobre cuestiones financieras clave, como la política monetaria y comercial, la incipiente recuperación de la actividad de fusiones y adquisiciones ocupa un lugar destacado.
Según Morgan Stanley Research, las elecciones presidenciales de noviembre no deberían frenar el impulso de la actividad de acuerdos globales que está ayudando a invertir las tendencias a la baja de las fusiones y adquisiciones, que en 2023 alcanzaron el nivel más bajo en más de 30 años, ajustado al tamaño de la economía.
«Esperamos que la actividad de M&A siga aumentando en 2024 en una recuperación plurianual», afirma Ariana Salvatore, estratega política de Morgan Stanley. «Hasta ahora, no estamos viendo pruebas de que las elecciones estén teniendo un impacto significativo, ya que los anuncios de acuerdos y las finalizaciones siguen aumentando».
Los ciclos de acuerdos tienden a depender menos de la política y más de factores más amplios, como el estado general de la economía, las fluctuaciones de la actividad empresarial, la confianza de los CEO y las condiciones de financiación. Más concretamente, los niveles de actividad aún bajos, la solidez de los mercados de renta variable, la apertura de nuevos mercados, los inminentes recortes de los tipos de interés y las expectativas positivas del sector también pueden contribuir a la recuperación de las M&A, incluso si existen desafíos políticos.
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Fusiones y adquisiciones: la política pasa a un segundo plano
Un análisis de la actividad de fusiones y adquisiciones en los últimos siete ciclos electorales arrojó una amplia gama de resultados, desde un descenso del 45% en los anuncios de fusiones y adquisiciones durante el primer mandato de George W. Bush hasta un aumento del 88% en el segundo. La variación media global fue de un modesto -2%.
«Estos resultados dispares tienen sentido, ya que los ciclos de fusiones y adquisiciones dependen mucho más de los principales indicadores macroeconómicos que de la política», afirma Salvatore.
Un área de interés potencial para los inversores es el enfoque de la próxima administración sobre la regulación antimonopolio. Pero aunque la aplicación de la normativa antimonopolio es importante, la mayoría de las operaciones no se ven afectadas por ella. «La inmensa mayoría de las operaciones son pequeñas -más del 99% tienen un valor inferior a 5.000 millones de dólares- y suelen tener lugar en sectores demasiado fragmentados para plantear problemas de monopolio», afirma Salvatore.
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Además, aunque la suposición general es que una administración demócrata mantendría el statu quo y una victoria republicana podría hipotéticamente conducir a una flexibilización de las regulaciones, los analistas esperan solo pequeñas desviaciones de la política antimonopolio actual, ya que los partidos se han alineado hasta cierto punto en la aplicación de la ley. Durante su mandato, el Departamento de Justicia del expresidente Donald Trump persiguió varios casos antimonopolio en varios sectores, y posteriormente el entorno antimonopolio durante la administración del presidente Joe Biden ha sido el más duro en décadas, con 37 acuerdos abandonados hasta junio de 2024.
Legisladores de ambos partidos han apoyado algunos aspectos de la supervisión gubernamental de las fusiones y adquisiciones. Entre los conservadores, por ejemplo, el senador JD Vance, candidato republicano a la vicepresidencia, y el representante Matt Gaetz han elogiado a la actual presidenta de la Comisión Federal de Comercio, Lina Khan.
Factores comunes
Con todo, es posible que el entorno antimonopolio bajo una segunda administración Trump se parezca al de la era Biden, aunque con un toque más ligero, mientras que se espera que la candidata demócrata a la vicepresidencia, Kamala Harris, mantenga un enfoque coherente si ganara las elecciones. Con esto en mente, los analistas destacan tres factores principales para el escrutinio de posibles acuerdos, independientemente del resultado de las elecciones:
1. Sectores e industrias: En general, ambos partidos coinciden en su enfoque antimonopolio de las empresas tecnológicas. Las encuestas de opinión pública han demostrado que los votantes de todas las tendencias parecen estar a favor de «disolver las grandes tecnológicas», ya que consideran que las empresas han crecido demasiado y ejercen un control excesivo. Por otro lado, los partidos podrían divergir sobre el sector petrolero en medio de informes de los medios de comunicación de que una potencial segunda administración de Trump podría suavizar la supervisión de fusiones y adquisiciones de esa industria.
2. Geopolítica y seguridad nacional: Las preocupaciones sobre este último en particular están surgiendo con más frecuencia en relación con las fusiones y adquisiciones que involucran a actores extranjeros, y tanto Trump como Biden han tomado medidas como presidente para limitar la inversión con rivales globales clave como China. Los acuerdos que involucran a empresas extranjeras, especialmente las de adversarios geopolíticos, pueden enfrentar un mayor escrutinio a medida que estas preocupaciones se vuelven más relevantes en las revisiones regulatorias.
3. Electorados clave, específicamente grupos laborales: Trump y Harris compiten estrechamente por el apoyo de grupos laborales clave, lo que podría ser crucial para ganar la presidencia y podría significar que el próximo presidente podría evaluar los acuerdos en gran parte en función de su impacto en esta cohorte de votantes.
Por ejemplo, Biden, Harris y Trump están de acuerdo en que la propuesta de venta de un fabricante de acero estadounidense a un rival japonés no debería seguir adelante, expresando su preocupación por cómo podría afectar a los puestos de trabajo estadounidenses. Por lo tanto, la receptividad de la Administración a grupos como los sindicatos podría influir en los acuerdos que se enfrenten a una revisión antimonopolio más estricta en el próximo Gobierno.