El pasado lunes, durante la emisión de TardeAR, Ana Rosa Quintana introdujo un tema que ha generado gran controversia en los medios: la denuncia presentada por el sindicato Manos Limpias contra Bárbara Rey. La denuncia apunta a la presunta participación de la vedette en un delito de revelación de secretos, relacionado con la filtración de unos audios donde ella hablaba de su relación con el rey emérito Juan Carlos I y los pagos que habría recibido por parte de este.
1El escándalo ha estallado

«Vamos con el tema del día», anunciaba Ana Rosa antes de sumergirse en el análisis de los impactantes detalles que han salido a la luz. En esos audios, Bárbara Rey afirmaba haber cobrado 35 millones de pesetas por un presunto chantaje al rey emérito y mencionaba secretos que, según ella, habrían tenido implicaciones importantes durante eventos como el 23-F. La gravedad de estas declaraciones hizo que la presentadora planteara a su audiencia una pregunta clave: «¿Podrían estos audios crearle un grave problema judicial?»
Ana Rosa no se limitó a exponer los hechos. Junto a su equipo de colaboradores, intentó responder algunas de las preguntas más intrigantes sobre el caso. Uno de los puntos centrales del debate fue si este supuesto delito de revelación de secretos habría prescrito o no. “Una cosa es cuando se produjo, pero hacerlo público ahora también puede originar un delito”, opinaba el periodista Javier Sardá. Esta reflexión dejó en el aire una cuestión jurídica importante, ya que, aunque los hechos ocurrieran hace muchos años, su divulgación en la actualidad podría tener nuevas consecuencias legales.
Ana Rosa llevó el debate más allá del delito de revelación de secretos y puso sobre la mesa una cuestión aún más delicada: la grabación de relaciones íntimas. Según la periodista, si los audios que han salido a la luz contienen material que documente momentos personales entre Bárbara Rey y el rey emérito, esto podría reabrir la cuestión delictiva, incluso si los hechos originales ya habían prescrito. “Si se ha grabado relaciones íntimas, el delito de prescripción se ha levantado”, advertía Quintana, señalando que este tipo de contenidos podrían reactivar el proceso judicial.
El debate continuó con la participación de otros colaboradores de TardeAR. Cristina Cifuentes, expresidenta de la Comunidad de Madrid, se unió a la conversación explicando que los delitos de revelación de secretos son complejos de gestionar en términos legales. “Perdona, porque hay una normativa nueva sobre la revelación de secretos. Ahí hay un cisco de narices. Entra todo”, afirmó Ana Rosa, haciendo hincapié en lo delicado que es este tipo de delito en la actualidad, ya que, en su opinión, cualquier detalle que involucre la vida privada de una persona de relevancia pública puede tener serias implicaciones.
Bea Archidona, otra colaboradora del programa, destacó la gravedad de hablar abiertamente de estos temas en una relación tan personal como la que se describe en los audios filtrados. “A mí me parece que todo eso es de ser un bocachancla”, declaró en referencia al hecho de que el rey emérito hablara con su amante de temas tan delicados. “Grabar relaciones íntimas, eso es lo grave”, añadió Ana Rosa, subrayando que tanto la grabación como la conversación misma son aspectos sumamente comprometidos.
Javier Sardá fue aún más directo en su análisis. “Fatal ella grabando y fatal él hablando de todo”, expresó, criticando abiertamente a ambas partes. Según Sardá, la falta de discreción por parte del rey emérito y de Bárbara Rey no deja margen para defender ni una ni otra acción. Ana Rosa, en ese momento, asentía con la cabeza mientras añadía: “No hay por donde cogerlo”. La presentadora concluyó que en este tipo de situaciones, “quién iba a aguantar una grabación en la intimidad”, aludiendo a lo incómodo que resultaría estar al tanto de que se grababan las conversaciones privadas.