Cada 16 de octubre, se celebra el Día Mundial de la Alimentación, una iniciativa global liderada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que busca sensibilizar a la población sobre la importancia de erradicar el hambre y promover una alimentación saludable y sostenible para todos. Este año, desde el Hospital Universitario La Luz, la Dra. Maria Luisa de Mingo, jefe deservicio de Endocrinología y Nutrición, quiere recordar la trascendencia de este día y compartir algunas recomendaciones prácticas que pueden ayudar a las personas a contribuir a esta causa.
«La alimentación saludable es sinónimo de bienestar y calidad de vida. La forma en que nos alimentamos no solo influye en nuestra salud, sino que también tiene un impacto en el medio ambiente y en la sociedad. En este Día Mundial de la Alimentación, reflexionemos sobre nuestros hábitos alimenticios y tomemos acciones concretas para mejorar nuestra salud y la del planeta», destaca la doctora.
¿Qué podemos hacer para colaborar?
- Comprar alimentos locales y de temporada: Al optar por frutas y verduras frescas de temporada, no solo estamos eligiendo productos más nutritivos, sino que también apoyamos a los productores locales. El consumo de legumbres, granos integrales y frutos secos es una excelente alternativa para fomentar una alimentación saludable y sostenible», añade la Dra. de Mingo. Además de ser nutritivos, estos alimentos necesitan menos agua para su producción, contribuyen a la fertilidad del suelo y reducen el impacto ambiental.
- Planificar la compra y evitar el desperdicio de alimentos: Organizar el menú semanal y hacer una lista de la compra ayuda a evitar la adquisición de productos innecesarios, lo que reduce el desperdicio. «Es fundamental comprar solo lo necesario y aprender a utilizar los alimentos de manera eficiente, ya que el desperdicio de comida es uno de los principales problemas a nivel global». También recomienda separar la materia orgánica y otros materiales compostables en sus contenedores correspondientes.
- Evitar productos envasados en plástico o cartón: Muchos de estos envases contienen disruptores endocrinos, sustancias que alteran el funcionamiento del sistema hormonal y se asocian con efectos adversos para la salud, como cáncer, obesidad y diabetes. La Dra. María Luisa de Mingo sugiere optar por envases de vidrio o comprar a granel cuando sea posible, para reducir el consumo de estos materiales y proteger la salud.
- Practicar la inocuidad alimentaria: La seguridad alimentaria comienza en nuestras propias cocinas. «Lavar bien las manos antes de manipular alimentos, mantener la carne y el pescado bien conservados y evitar que sus jugos entren en contacto con otros productos son algunas de las medidas básicas para prevenir enfermedades transmitidas por alimentos», indica la doctora. Además, cocinar adecuadamente los alimentos ayuda a eliminar organismos dañinos y garantiza su inocuidad.
- Aprender a leer el etiquetado nutricional: Comprender el etiquetado de los alimentos permite hacer elecciones más saludables, prestando atención a las calorías, grasas, sal y azúcares. «Esto es especialmente relevante para reducir el consumo de productos ultra procesados que se asocian a un mayor riesgo de obesidad y enfermedades crónicas», puntualiza la especialista.
- Fomentar la educación alimentaria desde la infancia: Inculcar hábitos de alimentación saludable en los niños es la mejor manera de garantizar que se conviertan en adultos sanos. «La educación alimentaria debe comenzar en la familia y complementarse en la escuela, para que los niños comprendan la importancia de llevar una dieta equilibrada y respetuosa con el medio ambiente», destaca.
- Donar alimentos no perecederos: Una forma concreta de ayudar a quienes más lo necesitan es donar alimentos no perecederos a bancos de alimentos o iniciativas comunitarias. «Estos pequeños gestos solidarios pueden marcar una gran diferencia para muchas familias», afirma la Dra. de Mingo.
«Cada acción cuenta. Al elegir alimentos saludables, apoyar la producción local y reducir el desperdicio, estamos dando un paso hacia un futuro sin hambre y con mejor calidad de vida para todos», concluye la Dra. María Luisa de Mingo.