sábado, 23 noviembre 2024

Telefónica y Repsol, pioneras en la moda de incubadoras de startups

Telefónica y Repsol fueron las primeras grandes empresas españolas en formar sus propias incubadoras de startups en la pasada década, la de los 2000, que tomaron el relevo de organizaciones públicas que proliferaron en diversas ciudades españolas a partir de finales de los 90. Sin embargo, tras el camino tomado por otras empresas y los avances tecnológicos con el desarrollo de internet, las telecomunicaciones y ahora la inteligencia artificial (IA), las vocaciones empresariales han caído en los últimos años en España, porque muchas nuevas empresas tuvieron que cerrar tras la pandemia.

La disminución del emprendimiento en nuestro país es objeto de un análisis realizado por el profesor de Dirección de Empresa de la Universidad de La Rioja (UNIR), Iñaki Ortega Cachón, en un artículo publicado en la web de divulgación académica The Conversación, en el que explica los orígenes y las etapas del emprendimiento español, y cómo cuando este empieza a florecer, las circunstancias socioeconómicas vuelven a mermar su impulso.

fue la irrupción de la digitalización el detonante para que se incorporaran a este fenómeno las grandes compañías, como en España hicieron Telefónica (cuya aceleradora ahora se llama Wayra) y Repsol (actualmente lo llama «Fondo de emprendedores»

El profesor comienza su reflexión señalando el valor que siempre ha tenido para la economía y los economistas el rejuvenecimiento del «censo empresarial», y cita nombres de refutados economistas y académicos Joseph Alois Schumpeter, Frank Hyneman Knight e Israel Kirzner. También sitúa el inicio de esta manera de encontrar innovación en la economía. Según indica, «las primeras agencias públicas de apoyo a las pequeñas empresas se crean en EE.UU. tras la Gran Depresión, en los años 30, pero no es hasta la década de los 70 cuando se convierten en impulsoras de las nuevas empresas tras la crisis del petróleo».

Telefónica y Repsol, pioneras en la moda de incubadoras de startups
Imagen representativa del Fondo de emprendedores de Repsol.

TELEFÓNICA Y REPSOL, LAS PIONERAS EN ESPAÑA

En España, como en el resto del mundo, esa búsqueda de sangre e ideas nuevas empresariales, y su apoyo, se ha iniciado desde las administraciones mediante políticas públicas, «desde hace más de 100 años». El académico señala que fue la irrupción de la digitalización el detonante para que se incorporaran a este fenómeno las grandes compañías, como en España hicieron Telefónica (cuya aceleradora ahora se llama Wayra) y Repsol (actualmente lo llama «Fondo de emprendedores«, «a la caza de startups, con sus programas de innovación abierta, también conocidos como de emprendimiento corporativo».

Actualmente términos y conceptos como leyes de apoyo a los emprendedores, incubadoras o aceleradoras de startups denominan herramientas que están presentes en el imaginario popular. Y según el profesor Ortega Cachón, «era difícil encontrar un discurso de un líder empresarial o político que no hablase de los emprendedores», sin embargo apunta a que de unos años a esta parte se ha dejado de dar tanta importancia a las startups, no porque «lo joven» haya dejado de ser atractivo, precisamente.

las primeras agencias públicas que hablaban de emprendedores se crearon en Barcelona y Bilbao, justo cuando la economía se enfrentaba a lo peor de la reconversión industrial

Esta ya histórica atención a los emprendedores siempre ha estado vinculada a los ciclos económicos y políticos. En nuestro país, las primeras agencias públicas que hablaban de emprendedores se crearon en Barcelona y Bilbao, justo cuando la economía se enfrentaba a lo peor de la reconversión industrial. Fue la crisis de 2008, 20 años después, la que revitalizó el protagonismo del emprendimiento en España.

Fue justo antes de la crisis financiera que asoló el mundo cuando en cada ciudad las instituciones públicas promovían tanto leyes como «semilleros de empresas», mediante espacios para alojar a compañías recién nacidas, y apoyarlas en sus primeros años de andadura. Justo después, las grandes empresas como Telefónica, en el sector teleco y de las nuevas tecnologías, como Repsol, pensando en la energía y sus nuevos caminos, se empezaron a fijar en las startups, y crearon las primeras «incubadoras».

CAÍDA DE VOCACIONES EMPRESARIALES

Se trata de plataformas que ofrecen «infraestructuras y servicios y están diseñadas para impulsar la creación, el crecimiento y la consolidación de proyectos emprendedores emergentes y conectarlos con diferentes agentes», tal y como las define el profesor de la UNIR. También señala que además de las incubadoras o aceleradoras, también estas grandes corporaciones comenzaron a impulsar las «corporate venture capital«, como herramientas para el emprendimiento corporativo, que se basaban en «inversiones minoritarias en el capital de empresas de reciente creación, realizadas a través de la estructura formal de un fondo de inversión«, según explica.

Y esa creación de granjas de emprendimiento al amparo de grandes empresas, con la madurez y democratización de la tecnología«, creció hasta la pandemia de la COVID-19. Se trataba no solo de ofrecer espacio y asesoramiento a los emprendedores «para evitar que mueran en los primeros años de vida. También abrían la puerta a que los gestores de las incipientes empresas pudieran invertir en el capital de la startup «apara ‘acelerar’ su crecimiento, de ahí su nombre», recuerda el académico.

la creación de granjas de emprendimiento al amparo de grandes empresas, con la madurez y democratización de la tecnología», creció hasta la pandemia de la COVID-19

Iñaki Ortega, por último, nos quita de la cabeza la idea que asocia el emprendimiento a los jóvenes, cuando el mero hecho de que cada vez hay menos juventud y por lo tanto, no es el sector que más emprende. Según argumenta, el III Mapa de Talento Sénior, realizado por la Fundación Mapfre, «puso de manifiesto que hay muchos más emprendedores autónomos séniores (977.000) que jóvenes (189.000)». Explica también que el colectivo de jóvenes en España ha pasado de ser más de 8 millones en 2008 (fecha de una de las oleadas de atención a los emprendedores) a poco más de 6 millones en la actualidad, y a «menos jóvenes, menos atención pública», denuncia.

El investigador señala varios informes que demuestran la caídas de las vocaciones empresariales en nuestro país, como el Global Entrepreneurship Monitor (GAM), o la misma estadística nacional pública (INE). Indica que una de las razones puede ser el «desprestigio que ha sufrido la figura del empresario por los ataques desde el mundo político«.

Sin embargo, parece más razonable pensar que la causa está en otra crisis, la de la pandemia, que arrasó con muchos de los emprendedores y emprendedoras que tuvieron que cerrar sus negocios. Y también tiene en cuenta que «el emprendimiento es una actividad que exige mucho esfuerzo, en un periodo como el actual en el que se busca equilibrar la vida personal y la profesional con fenómenos como ‘la gran dimisión'», que vacía las oficinas de aquellas empresas que piden demasiado.

No obstante, Ortega Cachón ve un rayo de luz en el hecho de que la economía continúa mostrando cambios gracias a los emprendedores hacia un sistema basado en la innovación, según estudios que el profesor aporta.


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