La Reserva Federal de EEUU ha iniciado por fin su ciclo de relajación monetaria recortando su tipo de interés oficial por primera vez en más de cuatro años, en un intento de minimizar las perturbaciones en la economía derivadas de los elevados tipos de interés, explican Ariel Bezalel y Harry Richards, de Jupiter AM.
Aunque la rebaja de 50 puntos básicos puede haber sorprendido a muchos, hemos venido señalando que la Reserva Federal iba muy por detrás de la curva en materia de recortes de tipos. Antes de la decisión de política monetaria, la diferencia entre el tipo de los fondos federales y el de los bonos del Tesoro de EE. UU. a dos años era la más alta de los últimos 45 años. La parte corta de la curva es la más sensible a los movimientos de los tipos de interés y la inversión indica que el mercado está descontando mayores recortes en los próximos meses.
En esta ocasión, el recorte se esperaba después de que el presidente de la Fed, Jerome Powell, dijera en su discurso de Jackson Hole que había “llegado el momento de ajustar la política monetaria”. En la decisión de Powell influyeron los nuevos datos sobre el mercado laboral y la inflación.
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El mercado laboral siguió mostrando una ralentización en forma de aumento de la tasa de desempleo y un ritmo de creación de empleo más atenuado, lo que aumenta los riesgos en torno al objetivo de máximo empleo. En cambio, los continuos avances hacia el objetivo de inflación del 2% han reducido los riesgos en torno al objetivo de estabilidad de los precios.
Este hecho ha mejorado el equilibrio entre los dos objetivos del mandato de la Fed, lo que ha impuesto un ajuste de la política monetaria. A consecuencia de ello, los bonos del Tesoro estadounidense (Bloomberg US Aggregate Treasuries Index) han recuperado las pérdidas sufridas a principios de año y han registrado rentabilidades positivas todos los meses desde mayo.
A pesar del movimiento al alza, los bonos del Tesoro estadounidense podrían seguir ofreciendo buenas ganancias. Aunque muchos actores del mercado ya han señalado que la mayor parte de la subida de los bonos del Tesoro estadounidense podría haber quedado atrás, no estamos de acuerdo con esta apreciación. Históricamente, los mercados tienden a infravalorar el alcance de la relajación monetaria.
En todo caso, la deuda pública de alta calidad y la exposición a la duración nos parecen coberturas interesantes en esta coyuntura. Si la economía se ralentizara de forma más significativa a partir de ahora, la Fed y otros bancos centrales podrían verse obligados a acelerar el ritmo de la relajación monetaria, lo que abriría la puerta a nuevas compresiones de los rendimientos. En ese escenario, los activos de riesgo, como la renta variable o la renta fija privada, podrían sufrir y los bonos de alta calidad podrían volver a proporcionar una fuerte dosis de diversificación.
Creemos que el mercado laboral estadounidense podría seguir debilitándose y el consumo estadounidense podría haber dejado atrás sus mejores días.
Otras economías tampoco parecen especialmente resistentes. La zona euro muestra un crecimiento económico exiguo y ausencia de creación de crédito, ya que el encarecimiento de la energía y la competencia de China están lastrando al sector industrial. La propia China sigue lidiando con una grave crisis inmobiliaria y los estímulos parecen hasta ahora bastante ineficaces.
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Aunque los últimos trimestres han sido más positivos en el Reino Unido, seguimos apreciando muchas dificultades, como el fuerte ajuste de las hipotecas y el limitado margen que dejan las cuentas públicas. Australia ha registrado en el segundo trimestre de 2024 el crecimiento más bajo de los últimos 30 años (COVID excluido), mientras que el crecimiento del PIB de Nueva Zelanda ya está en terreno negativo.
Deuda corporativa: menor exposición, menor ciclicidad y enfoque selectivo
Creemos que los diferenciales de la deuda corporativa se encuentran en niveles muy bajos a la vista de los riesgos para el crecimiento. Por ello, en los últimos trimestres hemos ido reduciendo en todas nuestras carteras la exposición general a la deuda corporativa.
Preferimos limitar la exposición a sectores cíclicos, como la gran distribución, los productos químicos y los automóviles, centrándonos en su lugar en negocios capaces de resistir a lo largo del ciclo con activos tangibles, como las telecomunicaciones y las redes de cable. La deuda del sector financiero y, en particular, los CoCos con una fecha de amortización anticipada próxima siguen ofreciendo un atractivo aceptable en comparación con la deuda genérica de entidades no financieras.
La Fed es el último de los grandes bancos centrales que ha empezado a recortar los tipos. Otros, como el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra y el Banco Nacional de Suiza, ya se han adentrado también en la senda de relajación. Esperamos que este entorno dé un impulso a la deuda pública, ya que la seguridad y la rentabilidad serán consideraciones importantes para los inversores.