Ha ganado el ánimo de lucro frente al altruismo y lo ha hecho a costa de la seguridad. OpenAI, la empresa desarrolladora del primer éxito popular en materia de inteligencia artificial (AI) generativa, ChatGPT, ya se ha convertido en un gigante corporativo. Este miércoles, OpenAI cerró una de las rondas de recaudación de fondos más grandes de la historia, valorando la empresa en 157 mil millones de dólares, frente a los 86 mil millones de dólares de hace poco más de seis meses.
OpenAI ha sumado millones de usuarios de pago y clientes comerciales, presentó recientemente un nuevo modelo con capacidades similares a las del razonamiento y acaba de recaudar 6.600 millones de dólares para ayudarla a competir contra otros gigantes tecnológicos, horas antes de conseguir una nueva línea de crédito renovable de 4.000 millones de dólares.
En la ronda de financiación han atraído nada menos que a inversores de capital de riesgo que regresan como Thrive Capital (que comprometió 1.200 millones de dólares con una opción de 1.000 millones más el próximo año) y Khosla Ventures, de nuevo al mayor patrocinador corporativo de OpenAI, Microsoft y una nueva participación de Nvidia, el gigante crecido este año de los semiconductores para la IA. También han participado entidades y empresas como Altimeter Capital, Fidelity, SoftBank y la firma de inversión respaldada por el estado de Abu Dhabi, MGX. Entre los que se han quedado fuera está Apple, que estaba en conversaciones para ser también inversor, pero se ha echada atrás en el último momento.
La línea de crédito está con con JPMorgan Chase, Citi, Goldman Sachs, Morgan Stanley, Wells Fargo, (los principales bancos estadounidenses), SMBC (banco japonés), el banco suizo UBS, el británico HSBC y Banco Santander.
A cambio de su dinero, a los inversores OpenAI les ha dejaro muy claro que no quiere, bajo ningún concepto, que financia a cinco empresas que la inventora de CharGPT considera competidores directos; Anthropic, xAI de Elon Musk, Safe Superintelligence (SSI), que es la nueva empresa del cofundador de OpenAI , Ilya Sutskever, la startup de búsqueda de IA Perplexity y la empresa de búsqueda empresarial Glean.
OPENAI, A POR EL LUCRO
Desde la última semana del pasado mes de septiembre, la compañía ha conseguido una valoración récord y 10.000 millones de dólares de financiación, que ha llegado en forma de créditos y de bonos convertibles, y esa conversión a capital depende de un cambio estructural exitoso hacia una organización con fines de lucro. Para ello antes OpenAI ha ido ‘eliminado’ a las personas y cargos que ejercían el control de la organización que nació como «sin ánimo de lucro», para convertirse definitivamente en una empresa capitalista al uso, con acciones y accionistas.
De esto, uno de los principales beneficiarios es Sam Altman, su CEO, y uno de los últimos de los muchos fundadores de OpenAI que quedan en la startup. OpenAI ha discutido darle a Altman una participación accionaria del 7% en la compañía y reestructurarla para convertirse en una corporación de beneficio público con fines de lucro, y su directivo en uno de los CEOs más poderosos del mundo.
La estructura como una «casi ONG» salió a la luz el pasado mes de noviembre durante uno de los mayores dramas en las salas de juntas de Silicon Valley, donde los miembros de la junta directiva de la organización despidieron a Altman debido a una falla en la comunicación y una pérdida de confianza. Fue reinstalado después de cinco días con un apoyo abrumador de los empleados y los inversores.
acaba de recaudar 6.600 millones de dólares para ayudarla a competir contra otros gigantes tecnológicos, horas antes de conseguir una nueva línea de crédito renovable de 4.000 millones de dólares
Hay que tener en cuenta que la empresa está en camino de generar 3.600 millones de dólares en ingresos este año, pese a unas pérdidas crecientes de más de 5.000 millones de dólares. Según fuentes familiarizadas con las cifras, prevé un importante aumento de los ingresos el año que viene, hasta los 11.600 millones de dólares.
La startup más exitosa de los últimos dos años en el mundo ha ejecutado su plan para reestructurar su negocio principal y convertirlo en una corporación con ánimo de lucro. A partir de este viraje, ya no estará controlada por su junta directiva «sin fines lucrativos». Hasta esta nueva ronda de financiación había recibido importante inversiones para llevar su IA a cotas de capacidad cada vez más asombrosas. Destaca, por ejemplo, la inversión realizada por Microsoft hace ya más de cuatro años, que llegó a inyectar en Open AI hasta 19.000 millones de dólares.
Pero continuar la investigación y el desarrollo de la IA en muchísimo más caro. Y se entiende solo con el dato de su evolución de su plantilla, que ahora asciende a aproximadamente 1.700 trabajadores, frente a los aproximadamente 770 que tenía el pasado mes de noviembre, cuando Altman fue despedido y reincorporado. Ahora, mantienen un ritmo de trabajo con empleados de varios niveles de la empresa que luchan contra el agotamiento, y las preocupaciones están latentes sobre el compromiso original de OpenAI con el desarrollo responsable de IA.
solo con el dato de su evolución de su plantilla, que ahora asciende a aproximadamente 1.700 trabajadores, frente a los aproximadamente 770 que tenía el pasado mes de noviembre, cuando Altman fue despedido y reincorporado
Su pequeña C-Suite de entonces ha crecido con un nuevo director financiero, un director de productos y un director comercial, funciones que sugieren que la empresa se está centrando más en ampliar su línea de productos, vender software a empresas y recaudar capital. Sin embargo, cuando Open AI comenzó su andadura para poner en marcha un sueño, se fundo como organización si ánimo de lucro que quería hacer llegar las capacidades de la IA a toda la sociedad, vigilando muy de cerca el invento para que siempre fuera beneficiosa para la raza humana.
La información que ha trascendido sobre este cambio en el corazón empresarial de OpenAI indica que el carácter de «sin ánimo de lucro» va a seguir existiendo y tendrá una participación minoritaria en la empresa con fines capitalistas. Hasta ahí todo perfecto, pero el temor en la comunidad científica tecnológica (y filosófica también) es que la medida también podría tener implicaciones para la forma en que la empresa gestiona los riesgos de la IA en una nueva estructura de gobernanza.
ADIOS A LOS VIGILANTES DE LA ÉTICA EN LA IA
La reestructuración se ha producido en medio de una serie de cambios de liderazgo en la startup, que apuntan a los ya clásicos y evidenciados desacuerdos a que la compañía se convierta en un feudo más capitalista. En la última semana de septiembre la directora de tecnología de OpenAI, Mira Murati, anunció abruptamente su salida de la empresa, Greg Brockman, presidente de OpenAI, también está de «licencia» y desaparecido, el director de investigación Bob McGrew, dijo que ya era «hora de tomar un descanso», y su vicepresidente de investigación, Barret Zoph ha reconocido en Twitter que está buscando fuera de la compañía su futuro.
Antes ya se habían ido otros miembros del equipo encargado de garantizar la seguridad de posibles futuros sistemas de IA «ultracapaces», los cofundadores Ilya Sutskever, John Schulman y otro veterano de OpenAI, Jan Leike, quien criticó públicamente a OpenAI, diciendo que había puesto «productos brillantes» por delante de «cultura y procesos de seguridad».
OpenAI, que se fundó en en 2015 como una organización de investigación de IA sin ánimo de lucro, ya en 2019 agregó a su estructura la entidad empresarial al uso OpenAI LP como subsidiaria de su organización inicial con parámetros altruistas, de manera que así pudieron hacerse con el capital que invirtió Microsoft para financiar la investigación en IA generativa.
Ahora tiene como inversores a Thrive Capital, Khosla Ventures, Microsoft, Nvidia, Altimeter Capital, Fidelity, SoftBank y la firma de inversión respaldada por el estado de Abu Dhabi, MGX.
El lanzamiento en noviembre de 2022 de ChatGPT, que parece ocurrió hace ya una eternidad, pero todavía no ha cumplido ni dos años de vida, provocó que OpenAI captara la atención del mundo entero. ChatGPT es capaz de generar respuestas similares a las humanas a consultas de texto, que se ha convertido en una de las aplicaciones de más rápido crecimiento en la historia con más de 200 millones de usuarios activos semanales, lo que desencadenó una carrera global para invertir en IA.