sábado, 23 noviembre 2024

Senén Barro (CITIUS): «Los efectos negativos de la IA en el empleo se corrigen distribuyendo mejor el trabajo»

Senén Barro (As Pontes, 1962) es doctor en Física (con premio extraordinario en su promoción) y catedrático de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial (IA). Tranquiliza bastante que este ‘cerebro’ declare convencido que «el miedo existencial debería ser la menor de las preocupaciones de la especie humana respecto a la IA»; pero esta tecnología acarrea cambios que, aunque menos apocalípticos, también inquietan, como la destrucción de empleo.

Este medio tuvo la oportunidad de conversar con Barro durante la celebración de la primera edición del simposio ‘Innovation Campus Summit. AI for a Better World’, organizado por Samsung y celebrado el pasado jueves en Madrid. El experto, que ostenta el cargo de director científico del Centro Singular de Investigación en Tecnologías Inteligentes de la Universidad de Santiago de Compostela (CITIUS), concede que el impacto de la IA en el empleo «está siendo grande y cada vez va a serlo más».

Este impacto se vertebra en la «automatización» de procesos, que ya está alcanzando áreas que hasta ahora parecían intocables, «como aquellas en las que se aplican facultades cognitivas de medio y alto nivel», explica. «Poco a poco la automatización se extiende no solo a las tareas físicas sino también a aquellas que requieren conocimientos técnicos».

LA IA COMO ‘MAESTRA’ DE PROFESIONALES

En el lado positivo, «también podrá ayudar a ampliar las capacidades de trabajo de las personas, en la medida en que podrá resolver muchas tareas pausadas, rutinarias y sistemáticas, y permitirles centrar sus esfuerzos en las tareas de mayor valor añadido». De este modo, «las personas que integren la IA en su ejercicio profesional serán personas mucho más rentables para sus organizaciones».

La IA, subraya Barro, puede ayudar a desarrollar las dotes profesionales mejorando la curva de aprendizaje: «Por ejemplo, en el ámbito de la medicina podemos ver como recursos de IA y realidad virtual permiten acelerar la pericia de los cirujanos que deben operar».

«Indudablemente, LA IA TIENE efectos negativos EN LA ECONOMÍA, como la destrucción de empleo, aunque esto se puede corregir con una mejor distribución del trabajo y la riqueza»

La influencia de las máquinas pensantes en las actividades productivas humanas es y será «de 360 grados», cambiando por completo las reglas de juego: «Indudablemente, hay efectos negativos como la destrucción de empleo, aunque esto se puede corregir con una mejor distribución del trabajo y la riqueza» -considera Barro- «También a través de prestaciones sociales, aunque esto corresponde a los gobiernos».

EL ALCANCE DE LA AUTOMATIZACIÓN

Nuestro interlocutor matiza que el cometido de la Inteligencia Artificial no es automatizar ocupaciones enteras, sino «tareas concretas» dentro de estas profesiones. Sin embargo, hay tareas donde hay más porcentaje de trabajo automatizable y, por ende, el riesgo de ser sustituido por una IA es mayor.

«Por ejemplo, en un despacho de abogados buena parte de las actividades es búsqueda de sentencias, casos, resumen, comparación, elaboración de informes… todo eso se puede automatizar hoy día». ¿Quiere eso decir que los abogados del bufete pueden ser sustituidos por máquinas? No, pero donde antes había 10 empleados ahora bastará con tres. Porque una parte significativa de las ocupaciones pueden ser realizadas por una máquina», comenta.

Las profesiones más afectadas por la destrucción de empleo serán aquellas en las que se gestione información: texto, datos numéricos, informes, etc. «Las personas que manejen información con la idea de sacar de ella valor añadido son las que más se va a sentir el impacto», opina nuestro entrevistado.

«PENSAR QUE AHORA MISMO LA Inteligencia artificial SUPONE UN PELIGRO EXISTENCIAL PARA LA ESPECIE HUMANA ES COMO PREOCUPARSE POR LA SOBREPOBLACIÓN EN MARTE»

El catedrático se muestra a la par divertido y escéptico ante la inevitable -y muy profana- cuestión: ¿La humanidad siempre va a estar un paso por encima o hay un riesgo de que la IA se vuelva incontrolable? «Pensar en un peligro de ese tipo es como preocuparse de la sobrepoblación en Marte», replica. Un problema del futuro lejano basado en premisas que aún no existen y puede que no existan nunca. «Claro que hay que permanecer vigilantes ante los desafíos y asimetrías que supone la Inteligencia Artificial, pero esos problemas vienen determinados por el uso que los humanos hacen de ella, no porque el producto se les vaya de las manos».

«La Inteligencia Artificial puede ser un amplificador de desigualdades económicas y sociales, pero no porque tome decisiones, sino porque quienes controlan y diseñan las máquinas tienen intereses que no son el bien común». No se puede, por tanto, acusar a la máquina de tener sesgos; «los tiene porque los datos con los que fue alimentada los tenían, porque los modelos de aprendizaje con los que fue entrenada los tenían o porque le fueron añadidos a posteriori».


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