lunes, 21 abril 2025

La OCDE mejora levemente la previsión de crecimiento mundial de 2024 y mantiene la de 2025, ambas en el 3,2%

En un entorno económico global marcado por la incertidumbre, las proyecciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) adquieren una importancia fundamental para los responsables de la toma de decisiones y los agentes económicos. Esta prestigiosa institución ha revisado al alza su pronóstico de crecimiento para la economía mundial en 2024, destacando algunas tendencias y riesgos clave que marcarán el devenir de las principales economías en los próximos años.

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Conocer a fondo estos informes y perspectivas de la OCDE es crucial para comprender los desafíos y oportunidades que se presentan en el horizonte, permitiendo a las empresas y a los responsables de política económica anticiparse y adaptar sus estrategias en consecuencia. A continuación, analizaremos en detalle los principales aspectos de este informe y sus implicaciones para el futuro económico.

REVISIÓN AL ALZA DEL PRONÓSTICO DE CRECIMIENTO MUNDIAL PARA 2024

Según el informe de la OCDE, se prevé que el crecimiento del PIB mundial se estabilice en el 3,2% en 2024 y 2025, lo cual representa una revisión al alza de una décima respecto a las proyecciones anteriores. Esta mejora en las perspectivas de crecimiento se atribuye a varios factores clave, entre los que destacan la reducción de la inflación, la mejora de los ingresos reales y una política monetaria menos restrictiva en muchas economías, que en conjunto ayudarán a sostener la demanda a nivel global.

En el caso de Estados Unidos, la OCDE mantiene sin cambios su pronóstico de crecimiento del 2,6% para este año, pero ha reducido en dos décimas la proyección para 2025, situándola en el 1,6%. Esta ralentización año a año será, no obstante, menor de lo que podría ser gracias a la relajación de la política monetaria de la Reserva Federal (Fed), que se espera tenga un impacto positivo en la segunda mitad de 2025.

Por su parte, la eurozona verá una expansión del PIB del 0,7% en 2024, igual que lo previsto anteriormente, mientras que el crecimiento proyectado para 2025 se ha reducido en dos décimas hasta el 1,3%. Este repunte será el resultado de la reducción de los tipos de interés y la recuperación de los ingresos reales disponibles.

PERSPECTIVAS PARA OTRAS ECONOMÍAS CLAVE

Más allá de las principales economías avanzadas, el informe de la OCDE también aborda las proyecciones de crecimiento para otras regiones y países relevantes.

En el caso de China, la organización prevé una desaceleración de la economía, a pesar del mayor gasto público previsto en la segunda mitad de 2024. Esto se debe a la prolongada corrección del sector inmobiliario, las inadecuadas redes de protección social y la baja confianza de los consumidores, factores que pesarán sobre el gasto privado. Así, se estima que el crecimiento del PIB chino será del 4,9% este año y del 4,5% en 2025, sin cambios respecto a las previsiones anteriores.

En cuanto a otros países emergentes, destaca el caso de Brasil, cuyo crecimiento ha sido revisado al alza en un punto porcentual para 2024, hasta el 2,9%, y en medio punto para 2025, hasta el 2,6%, impulsado por el mayor gasto público, aunque con la menor flexibilización de la política monetaria actuando como contrapeso.

Por su parte, la India también ha visto mejoradas sus estimaciones de PIB en una y dos décimas, hasta el 6,7% en 2024 y el 6,8% en 2025, respectivamente, mientras que Sudáfrica mantendrá un crecimiento del 1% este año y del 1,4% el siguiente, sin cambios en las previsiones.

RIESGOS Y RECOMENDACIONES PARA LA POLÍTICA ECONÓMICA

A pesar de estas perspectivas de crecimiento, la OCDE advierte de la persistencia de «considerables riesgos» para el desempeño económico futuro. Entre ellos destaca las tensiones geopolíticas y comerciales, que podrían dañar la inversión y disparar los precios de las importaciones.

Además, el crecimiento podría moderarse más de lo anticipado a medida que pierda dinamismo el mercado laboral o si se producen desviaciones respecto de la trayectoria desinflacionista, lo que podría perturbar los mercados financieros.

Por el contrario, la recuperación de los ingresos reales y el abaratamiento de los precios del petróleo podrían proporcionar un impulso a la confianza de los consumidores y acelerar la contención de la inflación, respectivamente.

Ante este panorama, la OCDE recomienda a los bancos centrales de las economías avanzadas ser prudentes en sus decisiones de política monetaria, flexibilizando gradualmente sus posturas a medida que la inflación se modere y las presiones del mercado laboral disminuyan.

Asimismo, el organismo insta a los gobiernos a tomar acciones fiscales firmes que garanticen la sostenibilidad de la deuda y permitan la construcción de colchones de cara al futuro, a través de la contención del gasto y el aumento de los ingresos en el marco de una senda de ajuste creíble y a medio plazo.

Finalmente, la OCDE aboga por la implementación de reformas estructurales orientadas a eliminar las barreras regulatorias al sector servicios, fomentando una mayor competencia que se traduzca en un mayor crecimiento económico y un alivio de las presiones fiscales a largo plazo.

En resumen, el informe de la OCDE sobre las Perspectivas Económicas ofrece un panorama mixto, con señales de estabilización y mejora en algunas regiones, pero también persisten riesgos y desafíos que requerirán la adopción de políticas económicas prudentes y equilibradas por parte de los responsables públicos y los agentes privados. La monitorización y el análisis exhaustivo de estos informes será clave para que las empresas y los responsables de política económica puedan anticiparse y adaptarse a los cambios que se avecinan en el entorno macroeconómico global.


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