El barco de Repsol, aunque casi insumergible, acumula demasiados agujeros en el casco. La anemia en la demanda de petróleo se suma a una creciente desconfianza del mercado hacia su política de dividendos y, como la enésima pulga en un perro flaco, surge la crisis en Venezuela, país en el que es una de las empresas españolas más expuestas. Todo ello ha desembocado en una cuesta abajo bursátil para la petrolera dirigida por Josu Jon Imaz.
El primer lastre es el precio del petróleo, condenado al raquitismo por la frágil demanda global. El barril Brent, de referencia en Europa, ha experimentado la mayor caída desde 2021, situándose en el entorno de los 70 dólares. Y según los pronósticos de la consultora energética Tempos Energía, permanecerá en ese pozo durante los próximos meses.
De nada ha servido la medida de contingencia que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ha puesto en marcha. Y es que a principios de este mes, en un intento de estimular la valoración del crudo, el cártel decidió cancelar los aumentos de producción previstos. Muy al contrario, en menos de una semana el precio del barril rompía el fondo de los 70 dólares, provocando el sonrojo del bloque petrolero, cuya influencia en los mercados y en la economía no es ni una sombra de lo que fue. Es más, la decisión de mantener el grifo cerrado ha resultado ser «neutral para el Brent», según el director general de Tempos Energía, Antonio Aceituno.
«EL MERCADO NO ESTÁ DANDO DEMASIADA RELEVANCIA A LAS RESTRICCIONES DE PRODUCCIÓN DE LA OPEP, ya que continúa muy enfocado en el deterioro de la demanda y los bajos márgenes de refino»
Pablo Fernández de Mosteyrín, analista de Renta4
El analista de Renta4 Pablo Fernández de Mosteyrín consideró, en declaraciones a este medio, que «cualquier medida que sirva para apoyar los precios es beneficiosa para el negocio de Repsol y su generación de caja, pero el mercado no está dando demasiada relevancia a la noticia, ya que continúa muy enfocado en el deterioro de la demanda y los bajos márgenes de refino«.
No hay que olvidar que, aunque Repsol diversifique su negocio ‘mojando la galleta’ en múltiples sectores -renovables, suministro eléctrico, etcétera- sigue siendo una petrolera, una empresa de hidrocarburos. El ‘oro negro’ es su activo central y, cuando su valoración encoge, los efectos negativos se hacen inevitables.
UBS ‘DA CAÑA’ A REPSOL
Una de estas consecuencias es el errático rumbo de la compañía en Bolsa. En el último mes se ha dejado más de un 8% y las pérdidas en lo que llevamos de año superan el 13%. El escenario para Repsol es complicado, lo que ha llevado al banco suizo UBS a emitir un sonado informe que golpea donde más duele: la política de dividendos, considerada innegociable por la energética vasca.
La financiera considera que la coyuntura que afronta Repsol es demasiado desafiante como para mantener sus generosas retribuciones a los accionistas, por lo que ha rebajado de ‘comprar’ a ‘neutral’ su recomendación respecto a los títulos de la petrolera, recortando su precio objetivo un 32%, hasta los 11,5 euros por acción desde los 17 euros previos.
Con 1.128 millones de euros comprometidos como dividendo en efectivo en 2025, Repsol distribuirá a sus accionistas 0,975 euros brutos por acción en 2025, lo que representa un aumento de mas de un 8% en comparación con 2024.
En total, el grupo prevé destinar 4.600 millones de euros a dividendo en efectivo hasta 2027, a lo que se puede sumar la recompra y amortizaciones de acciones por un valor de hasta 5.400 millones, para alcanzar un rango de distribución a los accionistas de entre el 25% y el 35% del flujo de caja operativo del periodo.
PREOCUPACIÓN POR LOS ACTIVOS VENEZOLANOS
Hace pocos días, la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, se reunió con el jefe de la unidad de negocios de Repsol en el país, Luis Antonio García Sánchez. El propósito del encuentro, celebrado en la sede del Ministerio del Poder Popular del Petróleo en Caracas, era aclarar a la compañía española que el actual enfrentamiento diplomático que el Gobierno de Nicolás Maduro mantiene con nuestro país no afectará a sus inversiones.
Sea como fuere, la amenaza de que España y Venezuela se den la espalda no es el único riesgo que afrontan los activos de Repsol en la nación sudamericana. La semana pasada, Dick Durbin, senador estadounidense por el Estado de Illinois, anunció que había presentado un bill (proyecto normativo) «para poner fin a toda colaboración y comercio petrolero de EE.UU. con Venezuela hasta que los legítimos resultados de las últimas elecciones sean respetados».
Esta iniciativa pone en la cuerda floja a la petrolera española, que opera en Venezuela bajo licencia de Washington. En mayo, a pocos días del vencimiento del plazo, EEUU renovó la licencia que permite a Repsol continuar operando en el país sudamericano. Sin embargo, las tensiones entre la comunidad internacional y el Ejecutivo de Maduro se han exacerbado desde que tras las elecciones del 28 de julio el presidente venezolano se negara a reconocer la victoria de su rival, Edmundo González, y se autoproclamase ganador de los comicios.
DESDE QUE LLEGÓ A VENEZUELA EN 1993, REPSOL ha acumulado una fuerte cartera de activos en el país, llegando a emplear a 131 personas y gestionando importantes yacimientos de hidrocarburos
Repsol llegó a Venezuela en 1993. En estas tres décadas, ha acumulado una fuerte cartera de activos en el país, llegando a emplear a 131 personas y gestionando importantes yacimientos de hidrocarburos, como el Proyecto Perla, Quiriquire Gas, Petroquiriquire (participada por Repsol en un 40%) y Petrocarabobo.
A este bagaje hay que sumar el último gran avance de la energética dirigida por Josu Jon Imaz en la región: el mismo día de la reanudación de las sanciones llegó a un acuerdo con la empresa estatal venezolana Petróleos de Venezuela (PDVSA) para ampliar la área geográfica de la empresa mixta Petroquiriquire. Con este negocio, Repsol calcula que su producción en el país se duplicará, hasta llegar a los 20.000 barriles de crudo al día.