Juan Carlos I, una figura emblemática de la historia reciente de España, se encuentra en una encrucijada que trasciende su legado político y personal. A sus 86 años, el rey emérito ha enfrentado no solo los desafíos de la vejez, sino también los temores que conlleva la cercanía de su final. En este contexto, surge una noticia que ha capturado la atención de la opinión pública: Juan Carlos I no será enterrado en la Cripta Real del Monasterio de El Escorial, un lugar que ha sido sinónimo de la realeza española durante siglos.
4Un funeral sin el esplendor que merecería

En su mente, el rey emérito anhelaría un funeral de Estado, similar al que se rindió a la reina Isabel II, según EnBlau. Sin embargo, la realidad es que su despedida podría asemejarse más a la de Constantino de Grecia, el hermano de la reina Sofía, quien también vivió momentos de controversia y exilio. Esta comparación no solo resalta la ironía de su situación, sino que también plantea preguntas sobre el respeto y la admiración que ha perdido en el camino.
Imaginar un funeral majestuoso, con honores y un despliegue comparable al de la reina Isabel II o incluso al de su propio padre, Juan de Borbón, es un ejercicio de nostalgia. El recuerdo del féretro de Juan de Borbón, transportado en un carro de artillería desde el Palacio Real hasta el Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial, evoca imágenes de un tiempo en que la monarquía aún gozaba de un estatus reverenciado. La misa, acompañada por cientos de ciudadanos que se reunieron para rendir homenaje, contrasta con lo que podría ser el destino de Juan Carlos I.