miércoles, 18 septiembre 2024

Los recortes de Toyota y Volkswagen le ponen cara de crisis a la ‘desaceleración’ de la movilidad eléctrica

El sector de la movilidad eléctrica no se limita a los coches, sino que engloba todo un entramado industrial de componentes -principalmente baterías- además de un colosal esfuerzo en infraestructuras que solo merecerá la pena si la demanda está a la altura. Los últimos movimientos de gigantes como Toyota y Volkswagen arrojan dudas sobre el futuro de este mercado, en el que la palabra ‘desaceleración’ empieza a sonar a eufemismo.

El pasado viernes 6, el diario japonés Nikkei desveló que Toyota, el mayor fabricante de vehículos del mundo, ha reducido en un tercio sus planes de producción mundial de coches eléctricos para 2026, convirtiéndose en la última compañía del sector en dar marcha atrás en sus planes de transformación de la flota, a medida que disminuye el interés de los clientes por este tipo de vehículos.

Según esta fuente, el nuevo objetivo del grupo pasa por fabricar un millón de vehículos eléctricos durante los próximos dos años, 500.000 menos que los contemplados en las anteriores proyecciones de la compañía nipona.

No obstante, incrementar las ventas de la manera en la que pretende hacerlo Toyota ya supondría una notable mejora de su desempeño en el negocio de la movilidad ‘verde’, ya que en el último año el grupo apenas fue capaz de vender unos 104.000 coches eléctricos, esto es, un 1% de su total global de ventas.

ANTE EL EMPEORAMIENTO DEl negocio Y EL EMBUDO EN LAS INFRAESTRUCTURAS, TOYOTA REDUCIRÁ EN UN TERCIO SU PRODUCCIÓN DE COCHES ELÉCTRICOS, MIENTRAS QUE VOLKSWAGEN HA RECORTADO A LA MITAD LA CAPACIDAD DE SU PLANTA DE BATERÍAS

También el viernes 6 y de forma casi simultánea, otro gigante automovilístico oriundo de otra potencia industrial daba un tijeretazo a su estrategia de producción en un segmento esencial para la movilidad eléctrica: el almacenamiento energético.

PowerCo, filial de Volkswagen dedicada a la producción de baterías, anunció que su planta de Salzgitter (Alemania) operará a la mitad de su capacidad a partir de ahora. La medida continuará vigente sine die, mientras el sector trata de adaptarse a la desaceleración global de la demanda de vehículos eléctricos.

El comité de empresa ha informado en un comunicado de que los planes de la compañía pasan por mantener operativa una sola línea de producción de esta fábrica con una capacidad total de 20 gigavatios (GW) por hora.

Por el momento, la fábrica cuenta con espacio para dos líneas de producción, de las cuales una sola está en construcción, mientras que los planes para la segunda ha sido suspendidos de manera indefinida.

LA INDUSTRIA DE MOVILIDAD ‘VERDE’, EN HORAS BAJAS

Ni Toyota ni Volkswagen han sido las primeras compañías en reducir sus ambiciones en un mercado, el de la movilidad eléctrica, que parece haber mordido más de lo que puede masticar.

La semana pasada, la sueca Volvo anunciaba su decisión de abandonar su objetivo de vender solo automóviles totalmente eléctricos para el final de la década. La nueva apuesta de la compañía escandinava consiste en la transición hacia una fórmula de vehículos electrificados, es decir, una combinación de modelos totalmente eléctricos (BEV) e híbridos enchufables (PHEV), logrando un volumen de ventas globales para 2030 de entre el 90% y el 100% de este tipo de coches.

En Europa, Porsche admitió en julio que no podrá cumplir su objetivo de vender un 80% de coches eléctricos en 2030 y ahora asegura que lo hará «a lo largo de la década», pero sin detallar cuándo. Al mismo tiempo, Stellantis disminuyó en Italia la producción de vehículos eléctricos en un 36% en el primer semestre del año. En mayo, fue Mercedes-Benz la que se alejó, una vez más, de sus ambiciosos objetivos inciales para 2030 en materia de movilidad eléctrica, ante el debilitamiento del negocio.

En Estados Unidos, grandes fabricantes de la talla de Ford o General Motors han retrasado, o directamente cancelado, el desarrollo de nuevos modelos eléctricos, a la espera de poder escalar la producción y abaratar los planes de adaptación de las fábricas y producción de coches durante los próximos años.

Si un coche eléctrico se queda sin batería, ¿puede llamarse al seguro?

En el apartado del almacenamiento, tampoco faltan las ‘espantadas’: en junio, Stellantis y Mercedes-Benz resolvieron detener la construcción de sus plantas de baterías para coches eléctricos en Alemania. Las causas, una vez más, fueron la desaceleración en las ventas de este segmento de la movilidad y los elevados costos de producción.

El caso más ilustrativo, desde el punto de vista económico, es el de Automotive Cells Company (ACC), una joint venture que, con el respaldo de Stellantis, Mercedes-Benz y TotalEnergies, está construyendo tres plantas de baterías en Europa con una inversión total de 7.000 millones de euros.

ACC se ha visto obligada a solicitar más ayudas antes de iniciar las operaciones en una de las plantas, sita en la localidad alemana de Kaiserlautern; y a principios de junio el CEO, Yann Vincent, anunció que están revisando la estrategia a adoptar en esta instalación, especializada en la fabricación de baterías de litio de bajo costo. De momento, el comienzo de su actividad se ha pospuesto dos años.


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