El Gigante Volkswagen se enfrenta a un momento delicado en el que debe equilibrar sus necesidades de reestructuración y reducción de costes con el mantener la seguridad laboral de sus empleados. Por un lado, la compañía se encuentra con un exceso de capacidad de producción y un margen de beneficio en caída, lo que ha llevado a la dirección a plantearse la supresión de los acuerdos de seguridad laboral y el cierre de dos fábricas en Alemania.
Por otro lado, el gobierno alemán ha aprobado un paquete de incentivos para impulsar la compra de vehículos eléctricos, lo que podría suponer una oportunidad para Volkswagen de reorientar su estrategia y apostar por la movilidad sostenible.
En este contexto, el mayor sindicato de Alemania, IG Metall, ha amenazado con convocar huelgas durante el mes de octubre si la dirección de Volkswagen lleva a cabo sus amenazas. Los trabajadores están dispuestos a aceptar una reducción de la jornada laboral a 4 días, pero no a la supresión de los acuerdos de seguridad laboral y el cierre de plantas. La seguridad laboral, según el sindicato, es parte del «consenso básico» desarrollado con la empresa durante épocas de crisis.
LA BÚSQUEDA DEL EQUILIBRIO ENTRE COSTES Y EMPLEO
La dirección de Volkswagen se enfrenta a la difícil tarea de encontrar un equilibrio entre la necesidad de reducir costes y mantener la estabilidad laboral de sus empleados. La caída del margen de beneficio, que ha pasado del 3,8% al 2,3% en el último año, y la capacidad de producción ociosa, 14 millones de unidades frente a las 9 millones fabricadas, han llevado a la cúpula de la empresa a plantear medidas drásticas como la supresión de los acuerdos de seguridad laboral y el cierre de dos fábricas en Alemania.
Sin embargo, el sindicato IG Metall advierte que estas medidas no tienen sentido en un contexto en el que se prevé un aumento del 7% de la demanda de vehículos en los próximos años. Los trabajadores están dispuestos a aceptar una reducción de la jornada laboral a 4 días, pero no a la supresión de los acuerdos de seguridad laboral y el cierre de plantas.
La estabilidad de Volkswagen es crucial para asegurar las cadenas de suministro automovilísticas europeas en un momento de fuerte competencia con las marcas chinas y las guerras comerciales abiertas con Pekín, además de la incertidumbre que genera el resultado de las elecciones presidenciales en Estados Unidos.
EL IMPULSO AL VEHÍCULO ELÉCTRICO: UNA OPORTUNIDAD PARA VOLKSWAGEN
En medio de esta crisis, el Gobierno alemán ha aprobado un paquete de incentivos a la compra del coche eléctrico, ofreciendo a las empresas la posibilidad de deducirse hasta el 40% del valor de los vehículos eléctricos y de cero emisiones recién adquiridos de la declaración de impuestos durante el año de compra. Esta cifra se irá reduciendo progresivamente hasta alcanzar el 6% al final del ciclo proyectado para antes de final de década.
Esta medida representa una oportunidad para Volkswagen de reorientar su estrategia y apostar por la movilidad sostenible. La compañía, que ha sufrido en los últimos años las consecuencias del escándalo de las emisiones, podría aprovechar estos incentivos para acelerar su transición hacia la electrificación de su gama y posicionarse como un líder en el mercado de los vehículos eléctricos.
Sin embargo, para lograr este objetivo, Volkswagen deberá encontrar un delicado equilibrio entre la necesidad de reducir costes y la de mantener la seguridad laboral de sus empleados. La crisis actual representa un desafío importante para la empresa, pero también una oportunidad para reinventarse y adaptarse a las nuevas tendencias del mercado automovilístico.