sábado, 14 septiembre 2024

McKinsey señala a España el camino hacia la hegemonía energética: invertir en redes

«España y Portugal tienen una decisión que tomar: mantener el rumbo y ver erosionada su ventaja competitiva, o aprovechar esta oportunidad para convertirse en importantes impulsores del crecimiento industrial verde en Europa». Así de taxativa se muestra McKinsey & Company al analizar la oportunidad histórica que la revolución energética representa para la Península Ibérica.

La consultora sostiene que España puede marcar el paso a nivel global, pero antes tiene que hacer los deberes: flexibilizar la regulación, deshacer el nudo administrativo y -sorpresa, sorpresa- renovar su infraestructura de redes eléctricas.

EL TREN DEL FUTURO PASA POR LA ESTACIÓN IBÉRICA

McKinsey desgrana su visión sobre en el informe ‘La oportunidad verde de Iberia: aprovechando el momento’. El análisis parte de la desindustrialización acelerada que ha padecido Europa desde la aparición de los centros manufactureros asiáticos, un proceso que nuestro país ha pagado especialmente caro: desde 2004, la industria europea ha perdido un 3% de su valor añadido bruto (VAB), mientras que en España la disminución de esa medida alcanza el 20%.

En este contexto, la transición de los combustibles fósiles hacia un sistema energético de cero emisiones netas una oportunidad única para la región ibérica. Las características geográficas únicas de España y Portugal, con un enorme potencial para la producción de energía eólica y solar, junto con una base industrial madura, los posicionan favorablemente para aprovechar el ‘crecimiento verde’ que puede traer la transición energética.

Eso sí, aunque tenemos el billete premiado, la lotería no espera a nadie. Hay que actuar rápido, lo que exige una acción concertada en todos los sectores y una movilización significativa de capital, pero también unas decisiones políticas audaces y comprometidas.

El estudio señala las reformas políticas, la inversión en infraestructura de red, el fomento de la innovación, la cooperación transfronteriza y la movilización de capital como factores clave para desbloquear el potencial ‘verde’ de Iberia.

LAS REDES ELÉCTRICAS, ASIGNATURA PENDIENTE PARA ESPAÑA

El informe de McKinsey concede a las redes eléctricas una importancia capital en el empeño de transformar a España en una potencia energética.

El análisis señala que, aunque la energía eólica y solar producen electricidad a un precio más bajo que los combustibles fósiles, «se necesitará inversión adicional en la infraestructura de transporte y almacenamiento, ya que, si los costes de las tecnologías, como las baterías, no disminuyen como se esperaba o si las redes no se diseñan cuidadosamente, el coste de la electricidad suministrada podría aumentar».

electricidad españa

En este sentido, la consultora se suma al clamor de la industria energética española. El sector en su conjunto considera que la respuesta de la gobernanza a la imperiosa necesidad de renovar la red eléctrica está siendo lenta, insuficiente y a remolque de la competencia: tanto el CEO de Endesa, José Bogas, como el presidente de Iberdrola,  Ignacio Sánchez Galán, han expresado reiteradamente su preocupación al respecto, así como los representantes de las tecnologías del futuro, como los centros de datos.

Por otra parte, el análisis encuentra en la complejidad del marco regulatorio y los largos procesos de permisos, dos grandes obstáculos a salvar para los nuevos proyectos energéticos. Estas barreras, indica, pueden actuar como un elemento disuasor para los inversores, ralentizando la transformación renovable del relieve energético.

HIDRÓGENO Y MOVILIDAD SOSTENIBLE

Al margen de la generación eólica y solar, otras fuentes de energía renovable también son necesarias. El hidrógeno verde, por ejemplo, puede permitir la descarbonización en industrias como el refino y la química (donde puede reemplazar al hidrógeno gris), o utilizarse en nuevas aplicaciones, como la producción de acero, combustible sintético y amoníaco. España aspira a 11 gigavatios (GW) y Portugal a 5,5 GW de capacidad de electrólisis para la producción de hidrógeno verde en el año 2030.

En el sector del transporte, la transición a los vehículos eléctricos, así como la implementación de los combustibles sostenibles, serán cruciales para la transformación ecológica de la movilidad. España tiene como objetivo más de 20 teravatios hora (TW/h) de producción de biogás por año para 2030, lo que proporciona otras alternativas a los combustibles fósiles en el sector industrial.

DOS BILLONES Y MEDIO DE EUROS EN INVERSIONES

Todo este esfuerzo descarbonizador tiene un coste, y no es barato: el informe de McKinsey cifra en alrededor de 2,5 billones de euros (más de 85.000 millones de euros al año hasta 2050) el gasto que España tendrá que afrontar para evolucionar al estadio de potencia de la industria renovable, lo que representa aproximadamente el 6% del PIB nacional. Portugal, de su lado, necesitaría aproximadamente 500.000 millones de euros (más de 15.000 millones de euros al año hasta 2050, alrededor del 7% del PIB luso).

Hasta 2030, gran parte de la inversión necesaria en la Península Ibérica se destinaría a la ampliación de la electrificación y de la capacidad renovable; el análisis estima una inversión de 120.000 millones de euros la región para apoyar el desarrollo de más de 1.000 parques de energías ‘verdes’.


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