viernes, 13 septiembre 2024

Aviso para Enagás: los proyectos de H2 deben asegurar comprador antes de producir

Vender la piel del oso sin haberlo cazado antes es desaconsejable en cualquier actividad empresarial; más aún en una que está dando sus primeros pasos, como es el caso del hidrógeno renovable (H2). El actual estadio de desarrollo de esta tecnología hace recomendable contar con un compromiso de compra previo (es decir, un offtaker) antes de aventurarse a cualquier proyecto de producción. Un aviso para empresas como Enagás Renovable.

En esta línea se manifiesta Marcos Rupérez Cerqueda, autor del informe ‘Selección natural en el hidrógeno verde: solo quedarán los mejores’, realizado para OBS Business School. El documento, cuyo título ya es bastante revelador en sí mismo, augura un escenario selvático para la industria del H2, donde jugar sobre seguro y con el respaldo de una venta fija será esencial para sobrevivir en un entorno ultracompetitivo.

«De nada sirve tener una producción de hidrógeno muy barata si no hay compradores dispuestos a adquirirlo» -expone- «Un proyecto exitoso debe contar con un offtaker comprometido, no solo con un Memorando de Entendimiento (MOU), sino verdaderamente involucrado con el éxito del proyecto y dispuesto a pagar precios elevados por el hidrógeno, reconociendo su valor verde».

PRIMERO LA VENTA Y LUEGO EL PROYECTO, NO AL REVÉS

«Los proyectos que se enfocan primero en generar hidrógeno y luego buscan venderlo a compradores no comprometidos, que solo buscan reducir costos, tienen altas probabilidades de fracasar» -continúa- El offtaker debe estar lo más integrado posible en el proyecto y comprometido con el mismo».

Por consiguiente, la secuencia ideal para diseñar un proyecto es, en primer lugar, encontrar un offtaker y diseñar un proyecto a su medida, y posteriormente desarrollarlo y empezar a operar de la manera más eficiente y optimizada posible. En cualquier caso, el éxito o fracaso de una iniciativa de H2 dependerá también de factores como su alineación con las políticas de la Unión Europea (UE) y su nivel de compatibilidad con las subvenciones y los cupos obligatorios que establecerá la gobernanza de la Unión.

Sin embargo, remarca el informe de OBS, «cuanto más cerca esté un proyecto de alcanzar la rentabilidad, menos estimulación en forma de subvenciones necesitará y mejor se posicionará en los mercados de cupos».

LA IMPLACABLE JUNGLA DEL H2

La combinación de subvenciones y cuotas obligatorias diseñada por la UE -la política de ‘zanahoria y palo’- no propiciará un ecosistema apacible para las compañías que se involucren en el negocio del H2; más bien todo lo contrario.

La UE ya está evolucionando en restricciones, penalizaciones y obligatoriedad, de forma que en poco tiempo exigirá cumplir unos objetivos e impondrá cupos. La forma está aún por definirse, pero sin duda dará impulso al mercado. Esta evolución en la regulación del mismo pinchará la burbuja de expectativa actual para separar el grano de la paja y, en esta travesía hacia la rentabilidad, solo los proyectos con una buena estrategia detrás sobrevivirán.

LA UE APLICARÁ UNA POLÍTICA DE ‘ZANAHORIA Y PALO’ EN LA IMPLANTACIÓN DEL HIDRÓGENO: POR UN LADO, MANTENDRÁ UN ABANICO DE SUBVENCIONES PARA FAVORECER SU INTEGRACIÓN EN LA ACTIVIDAD DE LAS EMPRESAS; POR OTRO, SE ESTABLECERÁN CUOTAS OBLIGATORIAS PARA SU USO

De la misma forma que hoy en día el diésel de nuestras gasolineras contiene por ley un porcentaje de biodiesel, probablemente mucho más caro que su equivalente fósil, en los próximos años los aviones tendrán un cupo de combustible sintético, los barcos indirectamente llevarán un porcentaje de metanol o amoniaco (derivados del H2) y las fábricas de fertilizantes o similares estarán obligados a reservar al hidrógeno verde una parte de su consumo.

Ese H2 se venderá al coste mínimo de producción más un margen comercial, independientemente del precio de competencia con los fósiles. Es decir, aunque el hidrógeno seguirá sin ser competitivo con respecto a los fósiles, simplemente no competirá con ellos: los productores de H2 se disputarán el dominio de un mercado específico, con sus propias reglas y resortes.

Marcos Rupérez afirma: «La generación real de un mercado separado de hidrógeno en la UE dependerá de cómo sea capaz la comisión de equilibrar una ambición moderada de cupos con sanciones suficientes que obliguen de facto al cumplimiento».

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LOS ELECTROLIZADORES CHINOS

Para separar los átomos de hidrógeno del agua y obtener H2, es necesario un elemento imprescindible: los electrolizadores. En Europa, el precio de estos productos se está encareciendo, lo que deja a las empresas del continente en clara desventaja frente a la omnipotente sombra que se cierne sobre el sector de las renovables: China.

El gigante asiático fabrica sus electrolizadores a costes de inversión hasta cuatro veces inferiores al promedio europeo, situado en torno a los 1.000 euros por kilovatio. Competir con los precios chinos es un empeño suicida, por lo que la pelota está en el tejado de ‘papá Estado’. Será el respaldo que la gobernanza europea brinde a las empresas del sector la variante que incline la batalla en favor de un lado u otro.

«EL NUEVO MODELO ENERGÉTICO IMPLICA ADOPTAR TECNOLOGÍAS QUE AÚN NO HAN SIDO OPTIMIZADAS, LO QUE CONLLEVA UN SOBRECOSTE QUE PAGARÁ EL CIUDADANO, YA SEA EN FORMA DE SUBIDA DE PRECIOS O DE IMPUESTOS»

Informe ‘Selección natural en el hidrógeno verde: solo quedarán los mejores’, de Marcos Rupérez Cerqueda

Por otro lado, las garantías de origen obligarán a partir de 2030 a una correlación horaria de los proyectos, lo que implica que la energía renovable se deberá generar como mucho una hora antes de ser consumida por el electrolizador. Esta condición supone que la electricidad será más cara cuantas más horas de funcionamiento del electrolizador se requieran. No obstante, matiza el documento, también es cierto que, a más horas de utilización del electrolizador, más producirá y por tanto más se diluirá la inversión por cada kilo de H2 generado.

Por último, el autor señala que el nuevo modelo energético que se está planteando implica adoptar aceleradamente muchas tecnologías que no están optimizadas y, por tanto, son mucho más costosas. «Esos costes los pagará el ciudadano en forma de subida de precios o en forma de subida de impuestos, no queda otra», concluye.


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