miércoles, 11 septiembre 2024

La denuncia del sector agrícola por el limitado compromiso del Miteco con la España Vaciada y su reto demográfico

La despoblación rural en España, conocida comúnmente como la «España Vaciada», es un fenómeno que ha captado la atención de políticos y medios de comunicación en los últimos años. Este éxodo masivo de habitantes de las zonas rurales hacia las grandes ciudades ha dejado un rastro de pueblos abandonados y comunidades en declive a lo largo y ancho del país. A pesar de la retórica política y las promesas de acción, la realidad muestra un panorama muy diferente, donde las medidas concretas y efectivas brillan por su ausencia.

La Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos, una de las organizaciones más representativas del sector agrario español, ha alzado recientemente su voz para denunciar lo que consideran un «escaso compromiso» por parte del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) en la lucha contra la despoblación rural. Esta crítica no solo pone de manifiesto la brecha entre el discurso político y la acción real, sino que también subraya la urgente necesidad de implementar estrategias efectivas para revitalizar las zonas rurales y frenar el éxodo hacia las ciudades.

La discrepancia entre promesas y acciones concretas

El análisis realizado por la Unión de Uniones sobre los datos de ejecución presupuestaria de la Intervención General del Estado revela una realidad preocupante. Del presupuesto total del Miteco, menos del 4% se destina a programas relacionados con la lucha contra la despoblación del medio rural. Esta cifra es alarmantemente baja considerando la magnitud del problema y la urgencia de las soluciones necesarias.

Aún más preocupante resulta la ejecución de estos fondos. De los 696,7 millones de euros disponibles en el crédito definitivo para 2022 y 2023, se comprometió el 92,2% (641,2 millones de euros), pero solo se pagó efectivamente el 7,3% (50,8 millones de euros). Esta discrepancia entre los fondos comprometidos y los realmente ejecutados pone en evidencia una falta de eficacia en la implementación de las políticas de desarrollo rural.

Además, la mayoría de los fondos utilizados no se destinaron directamente a dinamizar el medio rural, sino a programas de eficiencia energética. Concretamente, 575 millones de euros fueron al Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), principalmente para proyectos de rehabilitación energética de edificios públicos y regeneración urbana en entidades locales. Si bien estas iniciativas son importantes, no abordan de manera directa los desafíos específicos de la despoblación rural.

El impacto limitado de las políticas actuales

La Unión de Uniones lamenta que solo alrededor de 4,5 millones de euros fueran destinados en forma de ayudas a empresas o particulares para llevar a cabo proyectos innovadores en el medio rural. Esta cifra es claramente insuficiente para generar un impacto significativo en la revitalización de las zonas rurales y la creación de oportunidades que frenen la despoblación.

El contraste entre la vida veraniega en los pueblos, cuando se llenan temporalmente de visitantes, y la realidad del resto del año es un recordatorio constante de la necesidad de políticas efectivas. Los pueblos deberían poder mantener una vida activa y próspera durante todo el año, pero la falta de inversión en infraestructuras, servicios y oportunidades económicas lo hace prácticamente imposible.

La organización reconoce que las comunidades autónomas tienen un papel importante que desempeñar en la lucha contra la despoblación. Sin embargo, también señala que a nivel estatal, los esfuerzos actuales son claramente insuficientes. Los dos programas del Miteco destinados a este fin no solo cuentan con recursos limitados, sino que además no se ejecutan adecuadamente, lo que reduce aún más su impacto potencial.

Hacia una estrategia integral de revitalización rural

Frente a esta situación, la Unión de Uniones aboga por una reformulación completa de las actuales políticas de equilibrio y cohesión territorial. Esta nueva estrategia debería centrarse en revitalizar el medio rural de manera integral, abordando múltiples aspectos de la vida en estas zonas.

En primer lugar, es fundamental invertir en infraestructuras y comunicaciones. La mejora de las conexiones viales, la expansión de la cobertura de internet de alta velocidad y el fortalecimiento del transporte público son elementos clave para romper el aislamiento de muchas zonas rurales y facilitar tanto la vida cotidiana como el desarrollo de actividades económicas.

El impulso a la actividad económica es otro pilar fundamental. Esto implica no solo apoyar a las industrias tradicionales como la agricultura y la ganadería, sino también fomentar la diversificación económica. El turismo rural, las energías renovables, la artesanía y las industrias creativas son algunos de los sectores que podrían revitalizar la economía de estas zonas.

Proporcionar servicios dignos a la población es esencial para retener a los habitantes actuales y atraer a nuevos residentes. Esto incluye garantizar el acceso a servicios de salud de calidad, educación en todos los niveles, y oferta cultural y de ocio. La mejora de estos servicios no solo aumenta la calidad de vida de los habitantes rurales, sino que también crea oportunidades de empleo en estos sectores.

Finalmente, es crucial empoderar la vida en los pueblos, fomentando un sentido de comunidad y orgullo local. Esto puede lograrse a través de iniciativas que promuevan la participación ciudadana, la preservación del patrimonio cultural y natural, y la creación de espacios de encuentro y colaboración entre los habitantes.

En conclusión, el reto de la España Vaciada requiere mucho más que promesas políticas y programas mal ejecutados. Necesita una estrategia integral, con un compromiso real de recursos y una implementación efectiva. Solo así se podrá revertir la tendencia de despoblación y asegurar un futuro viable y próspero para las zonas rurales de España.


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