En un entorno de creciente rivalidad entre Estados Unidos y China, la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos ha anunciado que algunas de las medidas arancelarias decretadas por el presidente Joe Biden sobre la importación de vehículos eléctricos, baterías y chips para ordenadores provenientes de China sufrirán retrasos en su aplicación.
Inicialmente, estas medidas punitivas iban a entrar en vigor este próximo 1 de agosto, sin embargo, la oficina que dirige Katherine Tai ahora admite que están revisando más de un millar de apelaciones recibidas y esperan emitir una postura oficial a finales del próximo mes. Este retraso evidencia la complejidad y sensibilidad de las relaciones comerciales entre estas dos potencias económicas.
Aumento de Aranceles a Productos Clave de China
Hace unos meses, el presidente Biden optó por mantener los aranceles establecidos por su predecesor, Donald Trump, al tiempo que aumentaba otras barreras comerciales. Entre estas medidas destacan el cuadruplicar los derechos de importación a los vehículos eléctricos chinos a más del 100% y duplicar los aranceles a los semiconductores al 50%.
Estos aranceles afectan a unos intercambios comerciales próximos a los 18.000 millones de dólares en productos chinos importados, entre ellos acero, aluminio, semiconductores, vehículos eléctricos, minerales críticos, placas fotovoltaicas y grúas. Cabe destacar que una mayor parte de estas importaciones proviene de las baterías de iones de litio, las cuales representan 13.200 millones de dólares de las importaciones previstas por Estados Unidos en 2023.
En este contexto, los aranceles sobre las baterías de iones de litio para vehículos eléctricos, así como sobre sus piezas, aumentarán del 7,5% al 25% este año, mientras que las baterías de iones de litio no utilizadas para vehículos eléctricos sufrirán el mismo incremento en 2026.
Justificación de las Medidas Proteccionistas de Estados Unidos
Según la Casa Blanca, estas medidas se justifican por considerar que China ha contribuido «con el robo de propiedad intelectual» al control de hasta el 90% de la producción mundial de «insumos críticos» para la industria tecnológica, de infraestructura y atención médica. Esto, a su juicio, «crea riesgos inaceptables para las cadenas de suministro de Estados Unidos y la seguridad económica», sumado a que esta tendencia contribuye «a un creciente exceso de capacidad y de aumentos repentinos de las exportaciones de China que amenazan con dañar significativamente a Estados Unidos».
En el último año, Estados Unidos importó bienes por valor de 427.000 millones de dólares de China, mientras que exportó 148.000 millones de dólares a la segunda economía del mundo. Estas cifras evidencian el desequilibrio comercial entre ambas naciones y la creciente tensión geopolítica que se refleja en las medidas proteccionistas adoptadas por la Administración Biden.
En conclusión, el retraso en la aplicación de estos nuevos aranceles a productos clave provenientes de China demuestra la complejidad de las relaciones comerciales entre las dos mayores potencias económicas del mundo. Estas medidas proteccionistas forman parte de una estrategia más amplia de la Casa Blanca para enfrentar lo que percibe como prácticas desleales por parte de China, en un contexto de creciente rivalidad geopolítica entre ambos países.