Una pequeña pedanía del Maestrazgo, en la provincia de Teruel, esconde uno de los enclaves más deseados del verano aragonés. Aquí, las aguas serpentean entre paisajes pintorescos, ofreciendo un refugio único y refrescante para los visitantes. Este rincón se ha convertido en un destino anhelado para quienes buscan escapar del calor estival y explorar la belleza natural que tiene para ofrecer.
1TERUEL: REPLETO DE PASARELAS Y PISCINAS NATURALES
Montoro de Mezquita es un pequeño conjunto de casas y un diminuto grupo de vecinos. Esta pedanía, perteneciente a Villarluengo y apenas alcanzando la decena de habitantes, alberga uno de los parajes naturales más bellos y mejor conservados de la provincia aragonesa. Situada en el corazón del Maestrazgo turolense, esta aldea recibe numerosas visitas en temporada alta para explorar sus encantos más secretos y disfrutar de su tranquila belleza rural.
La estrecha carretera que lleva hasta Montoro de Mezquita no es suficiente excusa para prescindir de una visita a este enclave del Maestrazgo. Desde las calles de la pedanía, se puede llegar a las Eras, donde una señal claramente indica el rumbo hacia el Estrecho de Valloré. Este impresionante paisaje natural, caracterizado por sus formaciones rocosas y vistas panorámicas, atrae a los visitantes en busca de experiencias auténticas y paisajes vírgenes en la provincia de Teruel. Montoro de Mezquita se revela como un destino que combina la serenidad rural con la majestuosidad natural del Maestrazgo.
En poco menos de un kilómetro el paisaje se hace abrupto y se alzan paredes verticales que indican el principio de un bello paseo fluvial. Las formaciones geológicas, las aguas cristalinas y las pozas que dibuja el río Guadalope, afluente del Ebro, acompañan en un recorrido de 200 metrosrepleto de pasarelas aptas para toda la familia y que siguen un sencillo itinerario.
Al finalizar el recorrido en Teruel, se alcanza el valle, donde comienza el segundo estrecho, más angosto que el anterior. Aquí existen dos opciones. Una de ellas es una pronunciada subida hasta el Mirador de Valloré, donde se obtiene una gran panorámica del lugar e incluso puede vislumbrarse el pueblo, y donde se inicia una ruta circular de una hora y media aproximadamente.
Si se sigue el curso del río, la ruta continúa durante 23 km hasta Aliaga, la localidad vecina de Teruel. Gracias a la instalación de pasarelas entre ambos pueblos, este paseo fluvial puede extenderse tanto como desee el caminante. En este largo recorrido se encuentran puntos destacados como la presa de Aldehuela, La Hoz Mala, el Molino de la Tosca, Boca Infierno, el Estrecho de las Tajadas y los Órganos de Montoro. Este último, uno de los cinco monumentos naturales de la comarca del Maestrazgo, añade un atractivo singular a la experiencia de explorar la belleza natural de la región.
Más de 200 metros de altura se alzan en un capricho geológico que recibe su nombre por su forma, similar a los tubos de un órgano. Estas agujas calcáreas que dibujan el perfil del monte nacieron en la edad del Cretácico y han sido modelados desde entonces por el agua, el viento y el hielo y, sobre todo, por el río Guadalupe. Uno de los mejores lugares para admirar este enclave desde fuera del estrecho es en la carretera entre Ejulve y Villarluengo, en el collado de Casa Mazuelos, donde también pueden leerse paneles interpretativos sobre el lugar de Teruel.
Otra de las particularidades de los Órganos de Montoro es que esconden una leyenda. Según esta, el dios infernal Dis intentó destruir la Tierra, pero el dios hacedor Yaincoa se sumergió en una feroz batalla contra él durante siete días, saliendo vencedor. Para celebrarlo, acumuló enormes piedras a lo largo de otra semana para construir una especie de templo que sirviera de lugar sagrado para los habitantes del valle, cerca a Teruel. Así, esculpió un enorme órgano para el que compuso siete sinfonías.
