En el norte de España, cerca de Santillana del Mar, se encuentra las Cuevas de Altamira, una joya del patrimonio cultural. Descubre el primer capítulo de «Arte rupestre», coordinado por Eugenio Manuel Fernández Aguilar, que explora las maravillas prehistóricas de este emblemático sitio, revelando su importancia histórica y artística.
2Reconocimiento de Las Cuevas de Altamira
Durante esos años, la ciencia española no adoptó una postura crítica ni beligerante frente a la posición francesa sobre el hallazgo. En los debates de la Sociedad Española de Historia Natural, Vilanova i Piera siguió defendiendo su postura y la de Sautuola. En 1886, Augusto González de Linares, quien introdujo el darwinismo en España y perdió su cátedra en 1875 por defender nuevos postulados científicos, afirmó que podía existir un prejuicio al correlacionar la cultura de los hombres con la perfección de las pinturas. Fue uno de los primeros en apoyar las tesis de Sautuola y Vilanova.
Las Cuevas de Altamira se convirtieron en un símbolo nacional, reparando la maltrecha autoestima de los españoles, especialmente tras los acontecimientos históricos al final del siglo XIX y comienzo del XX. A medida que avanzaba el siglo, sus pinturas se transformaron en un ícono de España, dando nombre a un tabaco Bisonte e inspirando a numerosos artistas plásticos contemporáneos. Con el tiempo, Altamira pasó de ser un bien patrimonial a un recurso turístico de primer orden, lo que eventualmente puso en riesgo su propia conservación debido al aumento del número de visitantes.