Esta es la historia de Locusta, la primera asesina en serie de la historia que cambió el destino del Imperio Romano por su conocimiento en botánica y los asesinatos que llevó a cabo, por los que la apodaron “la envenenadora de Roma”.
Se considera a esta mujer la primera asesina en serie de la historia, puesto que es la primera de la que se tiene registro. Envenenó a 400 personas, entre ellas, personas que integraron la nobleza e incluso a su propia familia. En este artículo te contamos cómo Locusta influyó significativamente en el Imperio Romano.
Locusta, la envenenadora oficial de Roma
Más allá de los avances culturales, espirituales y la arquitectura que caracterizan al Imperio Romano, este también quedó marcado por traiciones y asesinatos que parecían apoderarse de los habitantes poderosos de la antigua roma. Locusta no era de la nobleza, ni mucho menos, pero sus conocimientos sobre plantas le dieron la capacidad de elaborar pociones venenosas que podían matar a quien sea sin dejar rastro.
Su fama recorrió la antigua Roma y antes de que llegara su condena, el nombre de Locusta llegó a Agripina la menor, bisnieta del emperador Augusto y hermana de su sucesor en el trono, Calígula. Y aquí lo importante: el destino del Imperio Romano cambió luego de que Agripina solicitara los servicios de Locusta.
El momento en que Locusta influyó fuertemente en el Imperio Romano

Agripina ordenó sacar a Locusta de la cárcel y de inmediato la introdujo en el mundo de las intrigas palaciegas. Agripina tenía prisa y estaba decidida a proclamar emperador a su hijo Nerón lo antes posible y por el medio que fuera.
Así, la emperatriz, que los historiadores describen como una mujer malvada y manipuladora, decidió aprovechar el “servicio” de Locusta para llevar a cabo sus planes, ¿a qué nos referimos? Agripina había planeado acabar con la vida de su esposo Claudio, que había adoptado a Nerón como hijo y lo había nombrado su sucesor. Además, acabó también con la vida del hijo de Claudio, Británico; de esta manera, el único sucesor sería Nerón.
Sin nadie que amenazara su corona, Nerón la colmó de privilegios y grandes propiedades en el campo, permitiéndole practicar sus artes, así como instruir a discípulos. Años después, Nerón huyó de Roma y adquirió veneno de Locusta para su propio uso, pero al final murió por otros medios. Locusta fue finalmente condenada a muerte por el emperador Galba al ser acusada de unas cuatrocientas muertes. Según dicen, la mujer fue paseada, encadenada por la ciudad de Roma y ejecutada frente a los pobladores en el año 69 d.C.