No está siendo un mes fácil para Uber, Cabify y Bolt. En primer lugar, las tres empresas de transporte puerta a puerta han tenido un momento complicado en Madrid por la decisión de los tres sindicatos mayoritarios del sector de las VTC en la capital -CC. OO, UGT y el Sindicato Libre de Trasporte (SLT)- de ir huelga en la ciudad al romperse la negociación del convenio para los conductores.
En segundo término, la otra ciudad clave del mercado español, Barcelona, en la que intentan volver a entrar y en la que los taxistas han protestado masivamente en contra de la vuelta de las VTC en una manifestación que ha contado con el apoyo incluso de plataformas digitales como Free Now.
La primera de las dos crisis, la de Madrid, se veía venir en la distancia. Desde que empezaron a negociar el nuevo convenio en la capital, la palabra huelga estuvo flotando alrededor de la negociación casi desde el principio, y aunque tanto los sindicatos como la patronal esperaban evitar la huelga, el desacuerdo en el sueldo base para los conductores no ha sido posible de evitar.
El problema es que, por un lado, la patronal defiende el sueldo mínimo actual de 16.000 euros antes de los bonos por facturación y los sindicatos piden que suba hasta 18.000. Es un choque difícil de superar, pero en el que Cabify, Uber y Bolt no pueden opinar porqué los contratos no los manejan directamente ellos.
Por otro lado, la protesta de Barcelona ha sido mucho más veloz. La convocatoria de los taxistas a una marcha lenta, encabezada, por Elite Taxi, empezó después de que Cabify hiciera el jueves pasado un acto publicitario en la salida de la estación de Barcelona Sants donde se aseguraba que los tiempos de espera para los viajeros al llegar a la estación se debían a la falta de VTC en la Ciudad Condal. Es una afirmación que molestó a Elite, y su portavoz, Tito Álvarez, y los llevó a acelerar un llamado a la protesta para pedir un reglamento que expulsara a estas plataformas de la ciudad prohibiéndoles los viajes urbanos.
No es una situación fácil, y tener dos incendios de este tamaño sin duda es un problema para plataformas que saben que no tienen la mejor reputación de cara a la opinión pública. La situación de los trabajadores, las acusaciones de Taxi Project de reducir los precios como ataque directo al taxi diseñado para eliminarlo en las grandes ciudades. Sumado a que en la protesta de Elite Taxi del pasado martes consiguió pauta una reunión con el ministro de transportes, Óscar Puente, saben que hay motivos para encender las alarmas.
CABIFY DEFIENDE LOS MOTIVOS DE SU MANIFESTACIÓN
La realidad de las empresas de transportes de la autodenominada «nueva movilidad» es que no tienen vela en todos los entierros. Aunque Cabify sigue defendiendo los motivos de su acto frente a la estación de alta velocidad, es poco probable que esperarán una acción de protesta de este tamaño.
«Rechazamos categóricamente las acusaciones de ilegalidad vertidas sobre nosotros. Cabify lleva operando más de 10 años en Barcelona, ofreciendo un servicio de calidad a usuarios y empresas, apostando por alternativas de movilidad sostenible y adaptándose a las numerosas regulaciones que se han aprobado en estos años, algunas de ellas contrarias a derecho según han declarado diversos tribunales», expresaba la empresa sobre las protestas de los taxistas.
«La semana pasada decidimos realizar una acción para visibilizar los problemas de movilidad en la ciudad, con la colocación de 200 maletas en una zona peatonal, de tránsito. Fue una acción completamente pacífica que no afectó a la movilidad de la ciudad, ni a los residentes, ni siquiera a quienes pasaron cerca de la instalación. Esta acción nos permitía denunciar una realidad que afecta a millones de residentes y visitantes, a la vez que aportamos soluciones, las cuales hicimos llegar a los principales decisores políticos de Barcelona y Cataluña, así como a agentes sociales y representativos de la ciudad», defendían sobre su actuación del 23 de mayo.
Las otras dos han decidido mantener silencio sobre la situación de cara al público. Lo cierto es que en el fondo tanto Uber como Bolt funcionan de forma lucrativa en otros territorios, por lo que pueden encajar el golpe en algunas ciudades españolas. Pero Cabify es quizás el más famoso de los «unicornios» españoles, y quedarse sin sus operaciones en Cataluña, o que se reduzcan en España, no parece una opción viable.
OTRAS CONTROVERSIAS QUEDAN EN SEGUNDO PLANO
La realidad es que tanto Uber como Cabify y Bolt tienen varios problemas distintos bajo la alfombra, unos problemas que pasan por alto gracias a las dos controversias principales. La acusación de Taxi Project de caer en «prácticas colusorias» para competir con el taxi, los problemas de sostenibilidad, incluso si los están intentando resolver, y las denuncias por los riesgos de las horas extra tras el volante, no son menores.
Pero la situación de las dos grandes ciudades de España es especialmente dolorosa. No se ve lejano un día de huelga en Madrid que coincida con una marcha lenta en Barcelona, y para un negocio que cuenta con la fidelidad de sus usuarios, una caída doble por motivos que no están en sus manos es un problema delicado.