El origen de este plato se remonta a los tiempos de la Cuba colonial, cuando los españoles introdujeron el arroz en la isla tras colonizarla. A medida que se asentaron en la región, combinaron el arroz con otros ingredientes locales, como el huevo frito, la salsa de tomate y el plátano. La costumbre de añadir plátano frito a la mezcla fue una innovación culinaria que se integró con los sabores tradicionales de la isla. Aunque este plato es una fusión de influencias españolas y locales, los cubanos no lo consideran como parte de su gastronomía nativa, a pesar de su arraigo en la cultura culinaria de la región.