viernes, 22 noviembre 2024

La brecha digital en las relaciones internacionales: Un desafío para el desarrollo y la cooperación global

*Firmado por Iris Núñez-Trébol, vicerrectora de Relaciones Internacionales e Institucionales de la Universidad Alfonso X el Sabio

En el mundo interconectado de hoy, la tecnología desempeña un papel crucial en casi todos los aspectos de la vida diaria y es una herramienta indispensable en las relaciones internacionales. Sin embargo, la desigualdad en el acceso y uso de las tecnologías digitales plantea serios desafíos para los países en todo el mundo. Según datos de la UIT, organismo de las Naciones Unidas especializado en tecnologías de la información y la comunicación, aproximadamente un tercio de la población mundial no tuvo conexión a internet durante 2023. Un dato alarmante, ya que, si desglosamos por regiones, el 90% de la población en Europa y América sí tuvo acceso.

Esta brecha digital representa uno de los desafíos más críticos en las relaciones internacionales, ya que la disparidad no sólo afecta el desarrollo económico y social, sino que también complica las colaboraciones y el entendimiento mutuo entre naciones. Para los países en desarrollo, la brecha digital limita severamente las oportunidades de crecimiento económico y desarrollo social. En estas naciones, la falta de infraestructura tecnológica adecuada y accesible impide que muchos ciudadanos accedan a información vital, servicios gubernamentales electrónicos, educación en línea y oportunidades de mercado global, perpetuando el ciclo de pobreza y limitando la capacidad de estos países para participar plenamente en la economía mundial.

No obstante, la brecha digital no es exclusiva de los países en desarrollo. En los países desarrollados, aunque la infraestructura tecnológica es generalmente robusta, persisten desigualdades significativas en el acceso y la adopción de tecnología entre diferentes grupos socioeconómicos, regiones y comunidades rurales, frente a comunidades urbanas. Estas disparidades pueden exacerbarse por políticas nacionales que no priorizan la inclusión digital, llevando a una polarización económica y social dentro de las mismas fronteras nacionales. Además, internamente, esta fragmentación puede traducirse en una política exterior inconsistente y en la incapacidad de presentar un frente unido en cuestiones globales, que puede llevar a una diplomacia tecnológica que no refleje ni aborde las necesidades y desafíos internos de la sociedad.

Por este motivo, el problema de la brecha digital requiere una solución concertada a nivel internacional. El multilateralismo ofrece un marco ideal para abordar problemas globales como la brecha digital, ya que, a través de la cooperación entre múltiples países, es posible desarrollar estrategias que no solo reduzcan la disparidad tecnológica, sino que también fortalezcan las relaciones internacionales.
Para ello, la creación de fondos multilaterales específicamente destinados a la innovación digital en los países menos desarrollados puede acelerar la adopción de nuevas tecnologías. Estos fondos podrían utilizarse para apoyar startups tecnológicas, proyectos de investigación y desarrollo, así como en la implementación de tecnologías emergentes como la inteligencia artificial y el blockchain en sectores clave como la educación, la salud y el gobierno electrónico.

Asimismo, se debería aumentar el número de acuerdos internacionales destinados a promover la inversión en infraestructura digital en países en desarrollo, que incluyan compromisos de financiación por parte de los países desarrollados, así como el apoyo para el desarrollo de políticas y regulaciones que faciliten la inversión, expansión de la infraestructura tecnológica e intercambio de conocimiento.

En este punto, la IA puede desempeñar un papel crucial en la optimización del despliegue de redes de telecomunicaciones, especialmente en áreas rurales y remotas, mejorando así la infraestructura tecnológica de los países. Algoritmos avanzados pueden analizar datos geográficos y demográficos para identificar las ubicaciones óptimas para torres de telefonía móvil y otras infraestructuras, maximizando la cobertura y minimizando los costos. Esto podría acelerar significativamente el acceso a internet en regiones hasta ahora desconectadas, abriendo puertas a una multitud de recursos educativos y económicos.

Todos somos conscientes de que la IA tiene un potencial transformador particularmente notable y puede ser un motor de crecimiento económico. Herramientas de análisis de datos pueden ayudar a los emprendedores y pequeñas empresas a entender mejor las tendencias del mercado, optimizar operaciones y maximizar la eficiencia. Además, la automatización impulsada por IA puede liberar a los trabajadores de tareas repetitivas y de bajo valor, permitiéndoles centrarse en actividades más creativas y de mayor generación de valor, lo cual es esencial para el desarrollo económico sostenible.

La inteligencia artificial tiene un potencial enorme para reducir la brecha digital, pero su éxito depende de un enfoque cooperativo y consciente. A través de una implementación considerada y ética, podemos utilizarla no solo para conectar al mundo, sino para hacerlo de una manera que beneficie a todos sus habitantes. La comunidad internacional tiene la responsabilidad y la oportunidad de dirigir esta poderosa herramienta hacia un futuro más equitativo y conectado, estableciendo marcos regulatorios para asegurar que el uso de la IA en la reducción de la brecha digital se realice de manera ética y responsable.

La brecha digital es un desafío estructural y estratégico que afecta a las relaciones internacionales en todos los niveles. Abordar la desigualdad que esta genera no solo es indispensable para el desarrollo equitativo, sino también para la estabilidad y cooperación global. Al garantizar un acceso más uniforme a la tecnología, podemos fomentar un mundo más conectado y resiliente donde la colaboración internacional no esté limitada por desigualdades tecnológicas.


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