Si alguna vez visitaste Ámsterdam y te preguntaste si las casas realmente están inclinadas hacia adelante: pues sí, no fue tu imaginación, efectivamente lo están. Y no se trata de una construcción deficiente ni tampoco de una manera de diferir de otras fachadas.
Es que hay una razón por la que esta preciosa ciudad tiene casas tan particulares, que hoy en día ya forman parte de lo que caracteriza a este lugar. En este artículo te contaremos la razón de las “casas inclinadas” de Ámsterdam.
Las casas inclinadas de Ámsterdam
Estas casas que caracterizan a Ámsterdam, forman parte de una geografía muy particular que ningún visitante de esta ciudad puede olvidar, como tampoco dejan de ser una permanente fuente de descubrimiento y asombro para quienes viven en la ciudad, puesto que tienen un origen histórico bastante interesante.
Un dato es que las casas más lujosas datan del siglo XVII, durante el llamado “Siglo de Oro Holandés”, cuando los Países Bajos se convirtieron en una de las mayores potencias de Europa, gracias al floreciente comercio de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales.
Por qué están inclinadas las casas en Ámsterdam

En esta preciosa ciudad, que nació como puerto y ciudad comercial, era bastante común utilizar las casas con una doble finalidad: depósito y vivienda y/o comercio. Para ello, se instalaba la mercadería en el altillo y se habitaba el resto del edificio; esto era así para evitar el acceso de ladrones a las mercancías, y también para evitar su pérdida o deterioro en caso plagas o de inundaciones, ya que la ciudad no disponía entonces de suficientes esclusas y el mar la inundaba con frecuencia.
Es debido a este estilo de aprovechamiento de los edificios que, teniendo en cuenta el valor del suelo y los altos impuestos que se pagaban por el ancho que las fachadas de las casas ocupaban hacia el canal; los compradores se veían obligados a aprovechar hasta el último metro, lo que originó las tan características construcciones de frentes angostos y mucha altura. Pero esta fachada de las casas de Ámsterdam no permitía meter muebles, por lo que arriba de las casas se instalaron poleas para subirlos por arriba de las casas, que normalmente no pasaban los 3 metros de ancho. Hoy en día, estas fachadas que conforman a la capital de los Países Bajos, se convirtieron en parte de sus característicos paisajes y siguen asombrando a quienes las ven por primera vez.