Los gazpachos manchegos son una de las recetas tradicionales más queridas de la región de Castilla. Aunque cuando pensamos en gazpacho, generalmente nos viene a la mente la versión andaluza con tomate, pimiento, ajo y pepino, la variante manchega es una deliciosa sorpresa.
Se trata de una sopa reconfortante y sustanciosa, con una base de pan de pueblo remojado en caldo de carne. Las carnes que se utilizan varían, pero comúnmente se incluyen trozos de pollo, conejo, cordero o incluso perdiz, lo que le aporta un sabor único y lleno de matices.
Además de las carnes, se suelen añadir otros ingredientes como chorizo, jamón, huevo duro y, en ocasiones, champiñones o setas, que contribuyen a enriquecer aún más su sabor y textura. Todo esto se cocina a fuego lento para que los sabores se integren a la perfección.
4COCINAR A FUEGO LENTO
Mezcla todos los ingredientes en la sartén para que se integren los sabores. Deja cocinar a fuego medio durante unos minutos para que los sabores se mezclen y la carne se termine de cocinar junto con las verduras y especias. Después de haber añadido las especias y el tomate al guiso, vierte los 2 litros de agua en la sartén. Mezcla todos los ingredientes para asegurar que se distribuyan uniformemente y deja que la mezcla llegue a ebullición.
Una vez que comience a hervir, reduce el fuego a medio-bajo para mantener un hervor suave y cubre la sartén con una tapa. Deja cocinar el guiso durante aproximadamente 1 hora o hasta que la carne esté tierna y se pueda despegar fácilmente del hueso si estás utilizando hueso de pollo o conejo.