sábado, 23 noviembre 2024

Le Coq Sportif, el testigo de excepción del  gol fantasma más famoso de España

Todavía se discute sobre el Real Madrid Barcelona y la jugada que ni el VAR pudo determinar si fue gol o no. En el Mundial de México 86 el VAR o el Ojo de Halcón habría dado por bueno el golazo que el entonces centrocampista del Real Madrid ‘Míchel’ anoto ante Brasil en la fase inicial y que el exótico árbitro que pitó el partido, Chris Brambridge, que era de Australia, no vio.

España perdió 1-0 con Brasil, quedó segunda de grupo y se fue a casa en cuartos de final. Ahí empezó la maldición de los ‘cuartos’, una maldición que Cesc Fábregas mandó a mejor vida en la tanda de penaltis ante Italia en la Eurocopa de 2008. Le Coq Sportif era el patrocinador de la selección en el Mundial de México. El famoso gallo ‘decoraba’ una parte de la elástica de los jugadores de ‘la Furia’.

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España acudió al Mundial de México, con un muy buen equipo, con mezcla de veteranos y jóvenes.  Entre los noveles que formaron parte de la lista del seleccionador, Miguel Muñoz, hubo dos miembros de ‘la Quinta del Buitre’: Emilio Butragüeño y Míchel, que venían de ser campeones de liga con El Real Madrid.

MíCHEL, INDISCUTIBLE CON ESPAÑA

Precisamente Míchel, titular indiscutible en el Real Madrid de Luis Molowny y con Muñoz en la ‘Furia’, fue el gran protagonista del partido en el que España se midió el uno de junio de 1986 a Brasil, un equipo lleno de talento, pero que acusó el golpe de caer ante Italia en los cruces del Mundial de España 82 y que ya había tomado un camino del que no volvería: menos samba y más trabajar. Es decir, menos apuesta por el talento y más por el músculo. El espectáculo es ganar, que podrían decir Javier Clemente, Fabio Capello o José Mourihno. Tele Santana fue el primero en romper el corazón de los que apoyaban a Brasil sin serlo por la alegría de su fútbol.

El caso es que España no era favorita ante Brasil, pero las cosas podrían haber sido de otra manera si el colegiado australiano Brambridge hubiera visto que el lanzamiento de Míchel desde fuera del área entró claramente y luego salió. Lo vieron los espectadores del estadio de Jalisco (Guadalajara) y los televidentes de todo el mundo, todos menos quien tenía que verlo, el árbitro, el trencilla que diría el insigne periodista deportivo Alfonso Azuara.

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Brasil tenía a Sócrates, Alemao, Zico o Careca, entre otras estrellas.  Como señaló en su día el diario Marca, ‘La Roja estaba haciendo un buen partido y llegó, con 0-0 en el marcador, un córner en el minuto 55. Lo botó Víctor Muñoz, hubo un rechace en al área… y llegó la acción de José Miguel González Martín del Campo’. Míchel controló con el pecho, lanzó un obús, la pelota botó dentro y Carlos, el portero de Brasil solo pudo quedar bonito para la foto, pero  el árbitro no vio nada y el marcador siguió empate a cero. Luego llegó el gol de Sócrates, que anotó de cabeza en el minuto 66. Espàña perdió pero luego se impuso a Irlada del Norte por dos a uno, mientras que en la última jornada de la primera fase venció a Argelia por tres a cero.

Ante los irlandeses, Zubizarreta protagonizó una pifia que pasará a la historia por lo absurdo. Un despeje en semifallo, la pelota llega a un jugador español se la cede con la cabeza, ‘ Zubi’ se resbala y se la deja en bandeja al rival irlandés, que anotó a placer.

En el cruce de octavos de final, nació una estrella para el mundo del fútbol: Butraguëño, el delantero que dio nombra a la mejor hornada de jugadores de una cantera que nunca se haya visto, entre otras cosas porque subieron casi todos a la vez al primer equipo.  El Buitre anotó cuatro goles a Dinamarca, la de Michael Laudrup y Elkjaer Larsen, en una madrugada histórica. La Roja, con un apoyo inmenso en las gradas de ‘La Corregidora’ en Querétaro se sobrepuso al tanto inicial de los nórdicos y de la mano del delantero madrileño y del defensa Andoni Goicoechea, que anotó el de la tranquilidad, el 3-1,  merced a un penalti. Luego llegaron dos goles más de ‘el nene’, como le llamaba el entrenador que le dio la alternativa en el campo del Cádiz la campaña 84-85: Alfredo di Stefano.

Esa noche española llevó la ilusión a toda la afición. En cuartos espera Béligica. Puebla parecía Sevilla, pero no fue suficiente. España nadó y se ahogó en la orilla. La tanda de penaltis mandó a casa a la roja. Falló Eloy ante Jean Marie Pfaff y Zubizarreta demostró que era un gato bajo los palos, pero que parar penaltis no era lo suyo.

Triste final para un mundial en el que España pudiera haber hecho algo más, aunque en semifinales habría esperado Maradona. Argentina, con ‘El Pelusa’ en estado de gracia venció a los belgas y se plantó en la final. Alemania cayó dos tres. El gol definitivo lo anotó Jorge Burruchaga, que recibió un pase que llevaba música celestial.  El pie de dibujos animado del Diego le dejó ante el portero alemán y Burruchaga definió con clase.  Argentina levantó la copa de la mano del mejor jugador del mundo en ese momento: Diego Armando Maradona.


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