Cuando comenzó el programa de Supervivientes hace más de un mes, se generó una expectativa considerable en torno a Pedro García Aguado debido a su historial como deportista de élite, lo que sugería que sería una figura fuerte, a nivel mental y físico, ante el tremendo reto que supone el reality. Sin embargo, a medida que han transcurrido las semanas, ha quedado claro que la realidad es más compleja.
Pedro García Aguado ha compartido durante este tiempo que su vida previa se caracterizaba por una estructura y organización muy marcadas. Esta rutina meticulosa es típica de los atletas de alto rendimiento, quienes suelen tener horarios estrictos, entrenamientos regulares y una disciplina rigurosa. Precisamente por este motivo, la dinámica caótica y desafiante de Supervivientes ha desequilibrado por completo su bienestar mental, y esto le está llevando a perder los papeles cada vez con más frecuencia.
5HARTO DE MANIPULACIÓN Y MENTIRAS
La discusión continuó con Arkano manifestando su falta de entusiasmo por cocinar, pero accediendo a hacerlo de todos modos. Pedro, cada vez más molesto, pidió claridad y que dejase de expresarse de una forma tan manipuladora. Por otro lado, Rubén se excusó diciendo que pensaba que no querían cocinar porque creían que Aurah estaba enferma, una afirmación que Aurah negó repetidamente. La situación se complicó aún más cuando Pedro García Aguado escuchó a Arkano y Rubén comentando en voz baja que Pedro se había «librado» de hacer el arroz. Ante esto, Pedro se acercó nuevamente para aclarar que no se había negado a hacerlo, sino que fueron ellos quienes tomaron la iniciativa. «¿Qué cojones es esto? Yo por las buenas soy muy bueno pero por las malas soy muy malo.No me toquéis las narices», llegó a decir.
Rubén explicó que pensaron que Aurah estaba enferma y por eso decidieron hacerse cargo de la comida. Sin embargo, Aurah rápidamente desmintió esta afirmación, declarando que no estaba enferma. A pesar de esto, ni Rubén ni Arkano abandonaron la cocina. Pedro García Aguado, notando la tensión y las posibles manipulaciones, les advirtió claramente que no toleraría juegos ni mentiras. La frustración de Aguado llegó a un punto crítico cuando expresó su enojo ante la situación y comenzó a gritar. Se sintió injustamente criticado por no estar cocinando cuando él se había ofrecido voluntariamente para hacerlo. Pedro estaba visiblemente molesto porque, a pesar de haber mostrado disposición, ahora le estaban reprochando eludir su responsabilidad. Con un tono cada vez más elevado, Pedro manifestó su incomodidad y exigió respeto.