Finalmente, Magyar Vagon ha presentado la opa completa para adquirir el 100% de las acciones de Talgo. Con el informe ya en manos de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), los accionistas felices con la oferta actual cercana a los 5 euros por acción, y asumiendo que la empresa húngara ha hecho bien la tarea, el futuro de una de las piezas clave del sistema de trenes de alta velocidad español está en manos del Gobierno de Pedro Sánchez, que sigue mostrando reticencia a permitir la operación. En numerosos ámbitos consideran que la operación perjudica a España y la propia posición en contra del Ejecutivo añade aún más presión a las huestes gubernamentales.
Es que ya cuando empezó a sonar la operación a Talgo se le puso el cartel de «estratégica» y hay buenos motivos para ello. Desde el desarrollo de los trenes de hidrógeno, la experiencia desarrollando trenes de ancho variable clave para los viajes a Galicia, las apuestas internacionales de Renfe y el deseo del Gobierno y Bruselas de seguir empujando el crecimiento del tren como servicio de transporte interno por encima de los vehículos particulares y los aviones son todos motivos de sobra para desconfiar de la compra.
DE DÓNDE VIENE LA OPA
Preocupa además el origen de la opa. Si viniese de una empresa como Stadler, que ha sonado como opción de venta, pero que no ha movido un músculo para intentar la adquisición, quizás fuese más digerible, pero la realidad es que Magyar Vagon y los vínculos rápidos de trazar con el gobierno de Viktor Orbán, y de allí con el de Vladimir Putin, han dado motivos de más para ver con malos ojos la adquisición de una empresa clave.
De momento, Magyar Vagon sigue saltando obstáculos. Presentar la opa completa no es más que el ejemplo más reciente, y si se quiere evitar la operación, ya es un tema del Gobierno. Desde el Ejecutivo, que entiende la necesidad de la venta de Talgo, se preferiría un comprador español, como el caso de CAF, pero no podrían forzar a ninguno. La cuestión es si pueden intentar entrar en el accionariado de la compañía por medio de la SEPI, tal y como han hecho en Telefónica.
Desde el Gobierno, que entiende la necesidad de la venta de Talgo, se preferiría un comprador español, como el caso de CAF
LAS ARMAS DEL GOBIERNO
Aun así, tanto el ministro de Transportes, Óscar Puente, y el de Industria y Turismo, Jordi Hereu, han dicho que se hará «todo lo posible» para evitar la operación. Lo cierto es que desde el Gobierno pueden poner fin a la medida de un día para otro. Su autorización es un requisito indispensable para seguir adelante con la operación, en aplicación del escudo ‘antiopas’ que aprobó con motivo del Covid-19, así como por la Ley 19/2003 sobre régimen jurídico de los movimientos de capitales y de las transacciones económicas con el exterior.
El ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, ha adelantado que el Gobierno defenderá los «intereses estratégicos» de España en la Operación Pública de Adquisición (OPA) que el grupo húngaro Magyar Vagon ha lanzado sobre Talgo por 619 millones y que el Ejecutivo ya está analizando.
«Valoraremos esta operación igual que hemos estado haciendo, por ejemplo, hasta hace poco con la operación de Orange y MásMóvil», ha comentado el titular de Economía, para matizar a continuación que el Gobierno defenderá sus «intereses estratégicos en materia de seguridad» o en todo lo que conlleve la defensa de estas empresas, que a su juicio son «claves» para la economía española.
LOS SINDICATOS TAMBIÉN HAN REACCIONADO CONTRA LA OPA
Desde el Gobierno no han sido los únicos que han advertido de los peligros de la opa. Los sindicatos de la empresa también se han puesto a pie de guerra en contra de la adquisición húngara. Según han explicado, los riesgos no solo caen sobre las empresas españolas, sino sobre todo el sistema de alta velocidad en el país, y sobre sus trabajadores.
No solo por los riesgos sobre la producción local de trenes y los empleos que genera, sino también por la complicada situación para el sistema que cuenta con Talgo como el fabricante más experimentado de trenes de ancho variable. Además, hay intereses políticos que pueden hacer que el Gobierno aceleré el proceso, con el PNV hablando abiertamente de los deseos de mantener a Talgo como empresa española, recordando que sus fábricas principales están en Euskadi.
CUENTA ATRÁS PARA REACCIONAR
Se suma además que la empresa fabricante sigue teniendo varios pedidos pendientes, y aunque ha dado los pasos para quitarse algunos de la lista de tareas, como el de los Avril de Renfe que espera empezar a entregar el lunes, sigue teniendo que superar sus problemas de infraestructura. Es cierto que la realidad es que seguramente sería más fácil incluso resolverlo con un comprador español.
Pero el Gobierno debería reaccionar pronto si desea evitar la operación. Es posible que una vez tomada la decisión, otros compradores, que no quieren competir con el precio presentado por Hungría, estén esperando el momento propicio.