De acuerdo a una investigación llevada a cabo por académicos de la Universidad de Newcastle en el Reino Unido, el 20% de los adultos experimentan adicción a la comida. Según los especialistas, los circuitos cerebrales relacionados con la recompensa y el placer reaccionan de manera similar ante los alimentos adictivos y las drogas. Un problema destacado es que estos alimentos suelen ser altos en calorías y contienen cantidades significativas de azúcares refinados y grasas trans, lo cual es perjudicial para la salud.
Los alimentos no solo nos proporcionan los nutrientes necesarios para mantenernos saludables, sino que también pueden afectar nuestra química cerebral de manera similar a las drogas, generando sensaciones de placer y bienestar. Cuando recurrimos a ciertos alimentos para sentirnos mejor en momentos de estrés o malestar, podemos caer en un ciclo de consumo compulsivo que puede llevar a la adicción.
2REFRESCOS DE COLA
Los refrescos de cola, además de su alto contenido en azúcar, suelen contener cafeína, un estimulante del sistema nervioso central. La cafeína es conocida por su capacidad para aumentar temporalmente los niveles de energía y mejorar el estado de alerta. Cuando consumimos cafeína, esta actúa sobre los receptores de adenosina en el cerebro, bloqueando su acción y provocando una liberación de neurotransmisores como la dopamina, que están asociados con sensaciones de placer y recompensa.
Esta combinación de azúcar y cafeína puede crear una sensación de bienestar y recompensa inmediata, lo que puede llevar a un consumo habitual y eventualmente a la dependencia. Con el tiempo, el cerebro puede volverse menos sensible a la cafeína, lo que lleva a una necesidad de consumir cantidades cada vez mayores para obtener el mismo efecto.
Además, los refrescos de cola suelen contener otros ingredientes, como colorantes y conservantes, que pueden tener efectos negativos para la salud a largo plazo. Por lo tanto, el consumo excesivo de refrescos de cola, tanto con azúcar como sin ella, puede tener consecuencias negativas para la salud, incluyendo el riesgo de obesidad, diabetes tipo 2 y problemas dentales, además de contribuir a la adicción a la cafeína.