La guerra abierta entre Iberdrola y Repsol tiene ya todos los elementos de un blockbuster televisivo, con el ministerio del ramo y la oposición política metiendo baza en el serial. Un enfrentamiento en el que la ecología se usa como arma arrojadiza, pero que, como casi siempre, tiene de fondo al balanceo pendular del mercado.
LA DEMANDA CONTRA REPSOL
Hace una semana, se conoció que Iberdrola había presentado una demanda contra Repsol en el Juzgado de lo Mercantil número 2 de Santander por «competencia desleal y publicidad engañosa», al considerar que había incurrido en greenwashing o blanqueo ecológico. El motivo de acudir al órgano de Justicia de la capital cántabra es que es allí donde tiene su sede Repsol Distribuidora de Electricidad y Gas, la filial de la petrolera que compite con Iberdrola en el mercado eléctrico.
El escrito presentado contiene incriminaciones muy duras contra la petrolera dirigida por Josu Jon Imaz: la demanda sostiene que la oferta multiproducto de Repsol presenta una fachada de compromiso ‘verde’ que esconde un modelo de negocio basado en el uso de carburantes; y que la compañía recurre a una estrategia de engaños basada en un compromiso ecológico que no es tal.
La respuesta de Repsol no se hizo esperar y fue también contundente: la petrolera desdeñó las acusaciones como «carentes de fundamento», defendiendo que su estrategia y su propuesta de valor a los clientes «son únicas en la Península Ibérica y han generado nerviosismo en Iberdrola, una empresa que no está acostumbrada a manejarse en un marco competitivo, sino más bien a depender de las reglas propias de un mercado eminentemente regulado». Asimismo, señaló que la demanda no le fue notificada.
LA IRRUPCIÓN DE REPSOL EN EL MERCADO ELÉCTRICO
Repsol, en esencia, replica que Iberdrola se inventa películas porque tiene miedo a la competencia. Y es que el gigante de los hidrocarburos se ha introducido con éxito en el mercado eléctrico, feudo de su rival: durante el último lustro, la compañía dirigida por Josu Jon Imaz ha entretejido cuidadosamente su oferta de luz dentro de su propuesta multienergética, ganando 2,2 millones de clientes que, según la estrategia planteada por la empresa, se habrán duplicado en 2027.
Este rápido crecimiento se basa, principalmente, en una atrevida simbiosis entre la venta de carburantes y los contratos eléctricos. En el marco de sus Planes Energía, la petrolera ha llegado a multiplicar por dos sus descuentos en combustibles durante un año para los nuevos clientes que contraten la electricidad con la compañía.
Estos programas de ofertas incluyen jugosas bonificaciones para aquellos usuarios de carburantes que decidan confiarle a Repsol sus suministros de luz y calefacción. La compañía incluso ha incluido la energía solar en estos planes de descuentos, combinando en un mismo paquete el repostaje de coche, la electricidad, el gas y las placas fotovoltaicas.
COMPETENCIA ABRIÓ UNA INVESTIGACIÓN PARA COMPROBAR SI LOS PLANES MULTIENERGÍA DE REPSOL CONSTITUÍAN UNA VULNERACIÓN DE LA LIBRE COMPETENCIA
Estas campañas multienergía levantaron las suspicacias de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que inició una investigación dirigida a constatar si la petrolera habría aprovechado su privilegiado estatus dentro del sector de los hidrocarburos en España para llevar a cabo conductas contrarias a la libre competencia. Entre estas prácticas se encuentran los descuentos adicionales en combustibles a los usuarios de sus estaciones de servicio a través de aplicaciones o de tarjetas de fidelización y pago, así como el incremento el precio que terceros competidores -estaciones de servicio independientes- pagan a la compañía por adquirir el combustible en el mercado mayorista.
La reacción de Repsol fue la acostumbrada: defender sus decisiones comerciales como gato panza arriba. «Competencia ha abierto un expediente a Repsol por una medida dirigida a favorecer a los consumidores». En estos beligerantes términos se expresaban fuentes internas de la compañía, consultadas por MERCA2, sobre las pesquisas abiertas por Competencia.
LOS POLÍTICOS ENTRAN EN LA MELÉ
Y así llegamos al duelo de titanes con Iberdrola, que, cargada de razones, ha lanzado otra piedra al floreciente negocio eléctrico de Repsol: la del greenwashing. Es la palabra de moda, y aunque en Castellano es traducible literalmente como ‘lavado verde’, se ha impuesto el más coloquial término de ‘ecopostureo’ para aludir a este fenómeno, consistente en el uso espurio o fraudulento de los compromisos medioambientales.
LA MINISTRA DE TRANSICIÓN ECOLÓGICA, TERESA RIBERa, HA APROVECHADO LA OCASIÓN PARA REAVIVAR SU ANTAGONISMO CON EL CEO DE REPSOL, JOSU JON IMAZ
Decidan lo que decidan Competencia y los juzgados, lo que está claro es que la petrolera combate en varios frentes. La ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, reavivó su conocido antagonismo con Imaz alineándose sin tapujos con el ‘bando Iberdrola’: «Hay que tener cuidado con iniciativas simbólicas que buscan confundir a los ciudadanos», lanzó la ministra, recordando que en el Reino Unido la agencia de control de la publicidad «prohibió la publicidad de Repsol como sostenible o renovable».
Asimismo, se refirió a la fuerte apuesta de la compañía por la comercialización de biocarburantes y combustibles sintéticos, sosteniendo que «pensar que cualquier tipo de combustible es sostenible no es cierto».
Tampoco perdió tiempo Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP, a la hora de utilizar esta ‘pelea de gallos’ para embestir al Gobierno socialista y su relación con las compañías del sector: «Escuchar el enfrentamiento que está provocando el Ministerio de Transición Ecológica con dos empresas españolas multinacionales muy importantes […], como es Repsol e Iberdrola, no tiene antecedentes» -declaró- «No hay política energética en nuestro país, lo que está conllevando una enorme tensión en las compañías energéticas españolas multinacionales».
Más allá de nuestras fronteras, los grupos de presión vinculados a la transición energética tampoco parecen comprar el discurso de Repsol. Transport & Environment (T&E), una agrupación de ONGs europeas en favor de la movilidad sostenible, se ha sumado a la acusación de ‘ecopostureo’, manifestando que «la campaña de Repsol de ofrecer combustibles renovables en más de 500 gasolineras como una alternativa ‘limpia’ a la electrificación supone un caso claro de greenwashing y publicidad engañosa».