Diego Franzin, responsable de estrategias de cartera, Plenisfer Investments, parte del ecosistema de Generali Investments, revisa para MERCA2 la situación actual del oro.
En enero, el oro cotizó cerca del máximo histórico de 2.030 dólares por onza, tras registrar en 2023 una revalorización del 15%. Para evaluar las perspectivas potenciales del oro, es necesario partir de una premisa e identificar los factores que podrían apoyar o socavar su valor a lo largo del tiempo.
En primer lugar, la premisa: si se ajusta el precio del oro en función de la inflación para hacerlo comparable a valores pasados, resulta que el máximo alcanzado por el metal dorado es sólo aparente y está aún lejos de los valores (normalizados en función de la inflación) alcanzados durante los máximos anteriores, a saber: en torno a 2.500 dólares a finales de los años setenta -durante la crisis del petróleo-, entre 2011 y 2014 -durante las crisis de la deuda soberana- y, más recientemente, durante la fase pandémica, en torno a 2.350 dólares.
Fuente: Plenisfer, Bloomberg.
En cuanto a los factores, creemos que hay al menos tres: la «incertidumbre», la demanda de los bancos centrales y los flujos financieros. Estos tres factores repercutieron en el valor del oro en 2023 y, en nuestra opinión, deben vigilarse atentamente en los próximos años.
El oro se puede disparar por encima de los 2.200 dólares a finales de año
El año 2023 estuvo dominado por la «incertidumbre», debido, por un lado, a la evolución de la inflación y, en consecuencia, a la actuación de la política monetaria y, por otro, al aumento de las tensiones geopolíticas. Por no hablar de las incertidumbres relacionadas con los niveles récord alcanzados por las deudas soberanas. En fases de incertidumbre, el metal dorado cumple tradicionalmente su papel de activo refugio, y las compras resultantes sostienen su precio.
Sin embargo, lo que apoyó principalmente el precio del oro en 2023 fue un segundo factor: la fuerte demanda de los bancos centrales. El oro desempeña un papel importante en sus reservas mundiales. Tras el estallido de la crisis financiera de 2008, asistimos a un cambio fundamental, con los bancos centrales reevaluando progresivamente el papel y la relevancia del metal dorado en las reservas. En concreto, los bancos centrales de los mercados emergentes aumentaron sus compras del metal, los bancos centrales estadounidenses mantuvieron constantes sus reservas, mientras que los bancos centrales europeos dejaron de vender.
El oro repunta por una mayor demanda estructural
Sólo en el tercer trimestre de 2023, los bancos centrales compraron colectivamente 337.000 toneladas, la segunda cifra más alta jamás registrada para un tercer trimestre, lo que eleva las compras netas anuales a la asombrosa cantidad de 800.000 toneladas, un aumento del 14% con respecto a 2022 (fuente: Bloomberg).
Esperamos que esta tendencia continúe, especialmente apoyada por los países emergentes que se enfrentan a un proceso de desdolarización, sobre todo en Asia. Pensemos que las reservas del metal dorado de los bancos centrales representan el 34% del total en Norteamérica -el nivel más alto de la historia-, frente al 2% de China o el 5% de Sudamérica (fuente: Bloomberg). Aunque no esperamos que provoque un cambio de régimen en el dólar como moneda de referencia internacional, sí podría dar lugar a que el metal precioso tenga un mayor impacto en las reservas en comparación con la cantidad de dólares en manos de los bancos centrales.
En nuestra opinión, este factor podría respaldar aún más las compras de oro y, por tanto, su valor. El tercer factor a vigilar en el oro es el relacionado con los flujos financieros. El oro sigue sin parecer atractivo para los inversores en ETF (fondos cotizados).
El 2023 marcó la tercera salida anual consecutiva de ETFs de oro mundiales, encabezada por Europa, con salidas de 11.000 millones de dólares -el peor año desde 2013- y Norteamérica (-10.000 millones de dólares). Asia destacó como la única región que atrajo entradas (+1.000 millones de dólares), según datos de Bloomberg.
Las salidas se debieron al mayor coste de oportunidad de mantener oro frente a activos como los bonos del Tesoro estadounidense, y sólo se compensaron en parte por las compras realizadas en momentos en los que el oro cumple plenamente su función de activo refugio, como cuando el dólar está débil, se intensifican las expectativas de recortes de los tipos de interés o los mercados se vuelven más turbulentos.
Tres años consecutivos de salidas de capitales llevaron a los ETF mundiales del oro a perder 27.000 millones de dólares en ese periodo, mientras que las tenencias se redujeron en 543 billones. Una tendencia que afectó negativamente al valor del oro (fuente: Bloomberg).
¿CUÁLES SON LAS PERSPECTIVAS PARA EL ORO?
En la actualidad, el consenso del mercado prevé un «aterrizaje suave» en Estados Unidos, que debería repercutir positivamente en la economía mundial. Tradicionalmente, los escenarios de aterrizaje suave no son especialmente favorables para el oro, lo que se traduce en rentabilidades planas o ligeramente negativas. Pero cada ciclo es diferente.
La escalada de las tensiones geopolíticas en un año electoral clave para muchas de las principales economías, junto con las compras en curso por parte de los bancos centrales, podría suponer un nuevo apoyo para el oro. Además, la probabilidad de que la Reserva Federal guíe la economía estadounidense hacia un aterrizaje seguro con tipos de interés superiores al 5% no es en absoluto segura. Y una recesión mundial sigue siendo una posibilidad a vigilar. Por último, como se ha mencionado, la posible inversión de las tendencias de los flujos financieros, que penalizaron al oro en 2023, podría ser un factor positivo de apoyo al oro.
Creemos que, a pesar de la evolución del contexto macro, el oro tiene potencial de revalorización debido a la persistencia de incertidumbres en varios frentes y a los factores descritos. En cualquier caso, pensamos que el oro puede mantenerse sistemáticamente por encima de los 2.000 dólares la onza y, lo que es más importante, cumplir la importante función de estabilizar las carteras de los inversores.