Hace unos días publicábamos este reportaje, en el que exponíamos la oportunidad que tiene España de diversificar su economía a través de la industria de las energías renovables. El espectacular desplome de los precios eléctricos de estas últimas semanas, propiciado por una eólica al rojo vivo, supone la ocasión perfecta para hablar de otra de las llaves que posee nuestro país para acceder a un futuro prometedor: la atracción masiva de empresas electrointensivas gracias a una energía ‘verde’ ultracompetitiva.
Este febrero, el ‘don del viento’ ha bendecido las facturas de la luz. La llegada a la península de un frente frío acompañado de fuertes galernas ha multiplicado la producción de los aerogeneradores, resultando en un mix saturado de electricidad ‘verde’ con tarifas de derribo: el domingo 25 los precios tocaron el fondo anual de 3,06 euros por megavatio hora (MW/h), y el lunes 26 el raquitismo continuó con 3,82 € MW/h durante todo el día. El martes 27, fecha de cierre de esta edición, el coste era de 3,66 € MW/h.
¿Y en Europa? Este martes los precios en todos los países de nuestro entorno oscilaron entre los casi 86 € MW/h de Polonia y los 33 € MW/h de Noruega, pasando por los 75 € MW/h de Alemania o los 68,5 € MW/h de Francia. Así de gigantesca ha sido la diferencia, con la única excepción de nuestro más cercano vecino, Portugal, que registraba también 3,66 € MW/h.
LA SOLAR, SUPLENTE DE LUJO EN EL ‘BANQUILLO’ DE LAS RENOVABLES
Bien es cierto que estas cifras son producto de una coyuntura climatológica pasajera que no persistirá en el tiempo, pero el hecho es que durante varios días de este mes, uno de los de mayor estrés energético de todo el año, la luz española ha sido varias decenas de veces más barata que la de nuestros pares europeos. Y la clave no han sido los isótopos del uranio, la combustión del carbón ni la quema de los hidrocarburos, sino el soplo del viento. Una fuerza limpísima, inocua y, sobre todo, barata; todos los ingredientes necesarios para enamorar a las empresas de todos los tamaños.
Además, y dejando aparte picos extremos en la generación, el sector eólico también da el ‘do de pecho’ en el balance anual. Así se desprende del Estudio Macroeconómico del Impacto del Sector Eólico en España, elaborado por Deloitte para la Asociación Empresarial Eólica (AEE), que cifra en 61.069 gigavatios hora (GW/h) la generación de electricidad de viento en España en 2022, lo que supone una cobertura de la demanda del 24%, frente al 8% en 2005. De esta manera, fue la segunda tecnología en el mix energético.
Por otra parte, los aerogeneradores son solo un ingrediente más del cóctel de las renovables. Cuando el viento pierda su brío, el sol brillará con fuerza, alimentando los parques fotovoltaicos que también contribuyen a abaratar el suministro. Helios y Eolo se relevan mutuamente en el Olimpo energético español, que por si fuera poco también cuenta con una potente hidroeléctrica gracias al accidentado terreno y al gran número de saltos de agua.
«EL PANORAMA ES COMPETITIVO E INTERESANTE PARA ATRAER EMPRESAS DE SECTORES ELECTROINTENSIVOS COMO la siderurgia, la distribución alimentaria en todas sus ramas, la industria química y el almacenamiento de datos»
Antonio Aceituno, director general de Tempos Energía
«El panorama es competitivo e interesante para atraer empresas electrointensivas, aquellas cuya actividad productiva conlleva un gasto importante de electricidad y gas». Las palabras son de Antonio Aceituno, director general de la consultora energética Tempos Energía, quien, en declaraciones a MERCA2, enumera sucintamente los sectores industriales para los que estos precios supondrían una colosal ventaja competitiva: «Todos».
A ojos del directivo, la totalidad de las actividades industriales con un consumo energético superior a los 10 gigavatios (GW) verían un paraíso en un país que ofrece precios inferiores a los 4 € MW/h con cierta frecuencia. «Una gran empresa industrial puede consumir alrededor de 100.000 MW/h anuales» -explica- «Con tarifas como las actuales, una entidad como Acerinox puede ahorrar cerca de un millón de euros en energía».
Aceituno pone algunos ejemplos de actividades productivas electrointensivas que se dejarían seducir por los precios de derribo derivados de las renovables: «la siderurgia, la distribución alimentaria en todas sus ramas, la industria química y el almacenamiento de datos». Todos ellos sectores con una fuerte oferta de empleos de calidad y un notable valor añadido.
LAS REDES Y LAS ALTERNATIVAS DE RESPALDO, ASIGNATURAS PENDIENTES
El director de Tempos Energía es muy optimista respecto al futuro, destacando «los 43 GW de renovables que serán instalados en los próximos años», los cuales, vaticina, harán de la energía española un bien asequible y le darán a nuestro país un arrebatador atractivo inversor. Este dato, no obstante, es puesto en tela de juicio por su homólogo en la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (AEGE), Pedro González, quien duda de que se vaya a alcanzar esa potencia y matiza el verdadero alcance de la ‘electrobicoca ibérica’.
«Sería deseable poder ofrecer un precio desacoplado de la energía térmica y sujeto a las renovables; pero es necesario poder hacerlo de forma constante y estable»
Pedro González, director general de AEGE
«No cabe duda que el interés existe, pero está por ver que se vayan a alcanzar 43 GW de energía eólica y solar» -expresa durante su conversación con MERCA2– «Por otra parte, el precio de la energía no es solo el que vemos en el mercado; hay que añadir el coste de los ajustes realizados por Red Eléctrica».
«Sería deseable poder ofrecer un precio desacoplado de la energía térmica y sujeto a las renovables; pero es necesario poder hacerlo de forma constante y estable», manifiesta González. El director de AEGE supedita este objetivo a que las industrias que se asienten en España compartan el compromiso con la descarbonización «en todos sus procesos productivos», para lo que es fundamental «el respaldo público». El experto ve, además, otra piedra en el camino: «La insuficiente capacidad de las redes», una postura que comparte la práctica totalidad del sector eléctrico.
Aceituno, aunque mucho más entusiasta que su colega, también le pone ‘deberes’ a la gobernanza: «Si España quiere ser una potencia económica, tiene que tener energía barata, se trata de una condición sine equa non» -sostiene- «Para eso es crucial contar con alternativas de respaldo para las renovables, como las centrales de ciclo combinado».