La proliferación de imágenes hiperrealistas generadas por Inteligencia Artificial plantea el desafío de distinguir entre lo real y lo falso en la era digital. Este fenómeno no solo amenaza la privacidad personal, sino que también podría dar lugar a situaciones donde se utilice la imagen de alguien para crear contenido falsificado, como vídeos o fotografías comprometedoras, con el riesgo de difamación o manipulación de la percepción pública.
Estos días hemos sido testigos de la polémica por la difusión viral de imágenes muy explícitas generadas por inteligencia artificial de la famosa artista Taylor Swift. Este incidente vuelve a evidenciar los riesgos asociados con el mal uso de esta nueva tecnología capaz de crear imágenes convincentemente reales y perjudiciales.
3LAS MAYORÍA DE DEEPFAKES SON DE MUJERES
El problema del uso no consensuado de la tecnología deepfake, que manipula videos con inteligencia artificial para suplantar la identidad de personas, lleva arrastrándose desde su origen en 2017, aunque últimamente se ha agravado con la democratización de esta tecnología. Ahora todo el mundo puede generar imágenes falsas.
En enero de este año, varias streamers estadounidenses denunciaron ser víctimas de deepfakes sin su permiso y las investigaciones señalan que la gran mayoría de las víctimas son mujeres, con alrededor del 96% de los videos que utilizan esta tecnología se basan en imágenes femeninas para crear contenido sexual sin consentimiento.