Todos conocemos a alguien que, en pleno invierno y durante una ola de frío polar, persiste en llevar manga corta. Al observar a personas enfrentarse a la nieve, el viento gélido y las escarchas matutinas, e incluso sumergirse bajo cascadas de agua helada, surge la inevitable pregunta sobre qué fuerza o poder especial les permite adaptarse a ese frío. ¿Podría ser el frío un fenómeno psicológico? Existen diversos receptores sensoriales que intervienen en la detección de la temperatura por el sistema nervioso humano, formando parte de la extensa red sensorial que permite al cuerpo percibir estímulos del entorno.
6EL CUERPO ESTÁ PREPARADO
Por otra parte, el cuerpo humano ha evolucionado para enfrentar las variaciones climáticas, incluidas las bajadas de temperatura. Nuestro funcionamiento fisiológico se adapta a estos cambios para regular el calor corporal y mantener el equilibrio en los sistemas nervioso, hormonal e inmunitario. Estos estímulos externos son aprovechados por el organismo para su beneficio.
Abandonar la conexión con las características de la estación puede privar al cuerpo de valiosos estímulos. Mantener la salud en invierno implica adoptar una actitud vital y ajustar los hábitos a las condiciones estacionales. Al hacerlo, permitimos que el cuerpo aproveche su capacidad inherente de adaptación y respuesta a los cambios, contribuyendo al bienestar general. Es decir, hay que exponerse al frío y permitir que el cuerpo lo sienta y pueda adaptarse.
