Todos conocemos a alguien que, en pleno invierno y durante una ola de frío polar, persiste en llevar manga corta. Al observar a personas enfrentarse a la nieve, el viento gélido y las escarchas matutinas, e incluso sumergirse bajo cascadas de agua helada, surge la inevitable pregunta sobre qué fuerza o poder especial les permite adaptarse a ese frío. ¿Podría ser el frío un fenómeno psicológico? Existen diversos receptores sensoriales que intervienen en la detección de la temperatura por el sistema nervioso humano, formando parte de la extensa red sensorial que permite al cuerpo percibir estímulos del entorno.
5TRASTORNO AFECTIVO ESTACIONAL
Es interesante destacar que el trastorno afectivo estacional (TAE) puede afectar a hasta un 10% de la población, según una publicación en la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría. Los síntomas característicos incluyen somnolencia y/o hambre emocional, decaimiento o apatía persistente, así como la pérdida del interés en actividades que solían disfrutarse. Este trastorno refleja cómo las condiciones climáticas, especialmente en invierno con menos luz solar, pueden influir significativamente en el bienestar emocional y la salud mental de algunas personas.