Todos conocemos a alguien que, en pleno invierno y durante una ola de frío polar, persiste en llevar manga corta. Al observar a personas enfrentarse a la nieve, el viento gélido y las escarchas matutinas, e incluso sumergirse bajo cascadas de agua helada, surge la inevitable pregunta sobre qué fuerza o poder especial les permite adaptarse a ese frío. ¿Podría ser el frío un fenómeno psicológico? Existen diversos receptores sensoriales que intervienen en la detección de la temperatura por el sistema nervioso humano, formando parte de la extensa red sensorial que permite al cuerpo percibir estímulos del entorno.
2DE QUÉ DEPENDE LA SENSACIÓN TÉRMICA
El frío en sí mismo es una sensación física desencadenada por la exposición a bajas temperaturas, con respuestas fisiológicas como la contracción de vasos sanguíneos y la generación de calor metabólico. No obstante, la «sensación térmica» o «percepción del frío» puede ser influenciada por factores ambientales y psicológicos como el viento, la humedad, la ropa que llevamos puesta o nuestra respuesta psicológica al entorno, contribuyendo a cómo experimentamos y percibimos la temperatura.