El ejercicio físico es reconocido por sus múltiples beneficios en la salud y bienestar de las personas, pero hay momentos en que puede resultar contraproducente. Exceder los límites puede llevar a lesiones y problemas de salud. Además, quienes adolecen de ciertas condiciones preexistentes deberían abordar la actividad física con precaución, para evitar complicaciones derivadas de un esfuerzo inapropiado. A continuación, desgranaremos con detalle cuándo y cómo el ejercicio puede dejar de ser sinónimo de salud para convertirse, en su defecto, en una fuente de riesgo.
RIESGOS DEL EXCESO DE EJERCICIO
El concepto de «demasiado ejercicio» es relativo y depende de múltiples factores como la edad, condición física, y la presencia de enfermedades crónicas. Sin embargo, hay signos inequívocos de que una persona podría estar sobrepasando su límite saludable de actividad física. El sobreentrenamiento conlleva problemas tales como lesiones musculares y articulares, fatiga crónica y alteraciones del sueño, entre otros. Adicionalmente, pese a las bondades conocidas para el sistema cardiovascular, el ejercicio extremo podría estar relacionado con riesgos cardíacos, especialmente en individuos con predisposición genética a enfermedades cardíacas.
En este escenario, los trastornos alimentarios como la anorexia athletica, o la obsesión por el ejercicio, conocida como vigorexia, pueden surgir como manifestaciones psicológicas de un excesivo enfoque en la actividad física. Estas afecciones no solo minan la salud mental y emocional de quienes las padecen, sino que también pueden tener graves consecuencias físicas.
El fenómeno conocido como rabdomiólisis, que se da cuando hay una ruptura muscular extrema que libera una proteína llamada mioglobina en el torrente sanguíneo, es una de las afecciones agudas más serias que pueden resultar de un ejercicio excesivo. Dicha sustancia puede provocar daños renales significativos, entre otros problemas de salud que pueden requerir atención médica urgente.
Finalmente, es importante considerar el impacto sobre el sistema inmunológico. Las investigaciones sugieren que mientras el ejercicio moderado fortalece el sistema inmune, el exceso puede debilitarlo transitoriamente, aumentando el riesgo de infecciones, en especial en las vías respiratorias superiores.
CUÁNDO DETENERSE: SEÑALES DE ALERTA
Entender el propio cuerpo y estar atento a sus señales es fundamental para detectar cuándo el ejercicio puede estar dañando más que beneficiando. Si bien la fatiga tras un entrenamiento intenso es normal, la fatiga excesiva y persistente podría ser un aviso de que se está exigiendo demasiado al cuerpo. Esta situación podría llevar a un estado de agotamiento crónico, también conocido como fatiga suprarrenal.
Las lesiones también son un claro indicativo de que hay que poner el freno. Si alguien experimenta dolor continuado o recurrente en las articulaciones o músculos, podría ser síntoma de sobreentrenamiento o incluso de una lesión incipiente que podría agravarse con el tiempo. Además, el ejercicio físico intenso sin un adecuado período de descanso puede resultar en alteraciones del sueño, como insomnio o interrupciones del sueño, que afectan la recuperación y el rendimiento.
Es vital también prestar atención a cambios en el estado de ánimo, como irritabilidad o depresión, que pueden ser síntomas de sobreentrenamiento. Del mismo modo, la disminución del rendimiento deportivo, a pesar de un entrenamiento intenso y regular, puede ser una señal de alarma de que el cuerpo no está recuperándose adecuadamente y necesita descanso.
Además, signos como frecuencia cardíaca en reposo elevada o cambios en la presión arterial pueden indicar un estrés excesivo en el sistema cardiovascular. Por ello, es importante medir regularmente estos indicadores y consultar al médico si se observan alteraciones inusuales.
ESTABLECER LÍMITES SALUDABLES
La prevención es la mejor estrategia cuando se trata de ejercer la actividad física de forma saludable. Escuchar al cuerpo y acudir a profesionales para establecer rutinas de ejercicio apropiadas es crucial. Un plan de entrenamiento debe ser personalizado y tener en cuenta el estado de salud actual, los objetivos de fitness y la experiencia previa.
Se debe prestar atención especial a la nutrición, ya que esta es fundamental para el soporte de la actividad física y la recuperación. El balance adecuado de nutrientes, calorias e hidratación es esencial. Ignorar este aspecto puede tener consecuencias serias para la salud y contrarrestar los efectos positivos del ejercicio.
Además, integrar el descanso y la recuperación es parte esencial de cualquier régimen de entrenamiento equilibrado. Esto incluye no solo el sueño adecuado sino también días de descanso activo o de baja intensidad, que ayudan a evitar el sobreentrenamiento y las lesiones.
Por último, la revisión periódica de la rutina de ejercicios y los objetivos con un entrenador o especialista puede prevenir caer en el exceso. La modificación de la rutina en respuesta al feedback físico y emocional es vital para mantenerse dentro de un régimen de ejercicio saludable a largo plazo.
IMPORTANCIA DE UN DIAGNÓSTICO PROFESIONAL
Introducir una rutina de ejercicio en la vida de una persona debería ir acompañada de un asesoramiento profesional adecuado. La visita a un médico deportivo o un chequeo previo puede ser determinante para identificar posibles riesgos antes de comenzar un programa de actividad física, especialmente para individuos con historial de enfermedades o condiciones específicas. Un diagnóstico profesional puede evitar que el afán por mejorar la condición física termine en resultados adversos.
Profesionales como fisioterapeutas y entrenadores personales capacitados pueden ofrecer asesoramiento crucial para definir los tipos de ejercicios más idóneos, la intensidad y la frecuencia recomendada, preveniendo así lesiones por sobrecarga. Además, pueden enseñar técnicas correctas y óptimas para realizar los ejercicios y aconsejar sobre la progresión adecuada para cada individuo.
El seguimiento de la salud cardíaca mediante pruebas de esfuerzo controladas es otro aspecto crítico para personas que se inician o que ya están inmersas en una rutina de ejercicio intensa. Este tipo de pruebas, además de monitorizar la respuesta del corazón al ejercicio, proveen información valiosa sobre los límites seguros que cada uno debería respetar durante la actividad física.
Adicionalmente, la evaluación de la composición corporal y las necesidades metabólicas es otro servicio indispensable que puede proporcionar una guía personal sobre las necesidades energéticas y nutritivas. Estas evaluaciones pueden ser un componente fundamental de un enfoque integral para establecer un plan de ejercicio balanceado.