Tras unos largos meses, especialmente desde que comenzó la Guerra de Ucrania, los precios tienden a estabilizarse y la inflación a alcanzar la ansiada moderación. Esta tendencia se ha confirmado en este mes de noviembre en el que la inflación general ha disminuido tres décimas hasta el 3,2% y la subyacente agudiza su senda de desaceleración, situándose en el 4,5%, siete décimas menos que en octubre.
Entre los movimientos más destacados hay que señalar que los precios de los productos energéticos continúan mostrando caídas en términos interanuales, aunque son cada vez más moderadas por el efecto base.
Por su parte, los precios de los bienes industriales registran tasas más contenidas, ya que se observan menores presiones inflacionistas en los mercados internacionales. Sin embargo, en el caso de los servicios y los alimentos sin elaboración, debido a la fortaleza de su demanda y la presión de los costes, se observa una mayor resistencia a la desaceleración de sus precios.
Las previsiones apuntan a que la inflación continuará moderándose en los próximos meses y durante el próximo año, aunque puede haber algún repunte puntual. Así, se espera que en 2023 la tasa media de inflación se sitúe en torno al 3,5%, cerrando el año unas décimas por encima del 3%, y en 2024 las previsiones apuntan a una inflación más contenida, debido fundamentalmente a la desaceleración de la subyacente. En todo caso, en 2024 la evolución de la inflación también se verá condicionada por el ritmo de reversión de las medidas antiinflacionarias.
En este contexto de menor inflación, cobra especial relevancia el acuerdo alcanzado por los agentes sociales para la firma del V AENC, que establece un marco para la determinación de los incrementos salariales durante el periodo 2023-2025 que genera confianza y contribuye a evitar una espiral inflacionista.
En términos de comparación con Europa, el IPCA en octubre alcanzó una tasa del 3,3%, mientras que en la Unión Monetaria esta tasa se situó en el 2,4%, por lo que el diferencial aumenta a nueve décimas, lo que de prolongarse en el tiempo puede suponer un lastre para la competitividad de la economía española.
Análisis desagregado
Dentro del componente subyacente, los precios de los servicios disminuyen tres décimas hasta situar su tasa interanual en el 4,0%; los precios de los bienes industriales sin productos energéticos reducen en cinco décimas su tasa de variación hasta el 2,2%; y los alimentos con elaboración, bebidas y tabaco desaceleran su tasa interanual en 1,6 puntos porcentuales hasta el 8,6%.
Los precios de los alimentos sin elaboración aumentan su tasa interanual en 1,7 puntos porcentuales hasta situarse en el 9,0%. Esta evolución ha sido fruto de un comportamiento heterogéneo dentro de este grupo, ya que, aunque se observa una desaceleración en un número importante de rúbricas, algunas han mostrado una inflación por encima de la media, como la carne de ovino, las frutas frescas y las legumbres y hortalizas frescas.
En otro orden, los precios de los productos energéticos apenas minoraron su ritmo de caída hasta el ‑10,0% en tasa interanual, frente al –10,4% del mes anterior, debido al descenso tanto de los precios de la electricidad y del gas, como de los carburantes y lubricantes.
En noviembre el precio del crudo siguió a la baja, hasta los 85,7 dólares/barril en promedio, un descenso interanual del -7,8% en dólares y del -12,9% en euros. En los primeros días de diciembre continúa la tendencia descendente, con un promedio de 79 dólares/barril, que de mantenerse implicará una disminución, en términos interanuales, del -5,2% en dólares y del -7,1% en euros.
A pesar de los recortes de producción dentro de la OPEP+, el descenso del precio del crudo se está produciendo porque se está compensando esta menor oferta con una mayor producción por parte de países no OPEP, entre los que destacan Estados Unidos y Brasil. Unas circunstancias que indican que seguirá la tendencia a la baja del precio del crudo.