Durante el invierno, el COVID tiende a aumentar debido a varios factores. Las bajas temperaturas impulsan a las personas a pasar más tiempo en interiores, lo que facilita la transmisión del virus. Además, las festividades y reuniones sociales pueden aumentar los contagios. La temporada también coincide con otros virus respiratorios, sobrecargando los sistemas de salud. Las variantes del virus también han jugado un papel crucial en estos repuntes. Las medidas preventivas, como el distanciamiento social, el uso de mascarillas y la vacunación, siguen siendo cruciales para mitigar la propagación. Sin embargo, el virus ha vuelto más fuerte y con nuevos síntomas que te contamos a lo largo de este artículo.
3Y desde entonces no ha dejado de evolucionar
Desde su aparición, el COVID-19 ha continuado su evolución constante, presentando variantes que desafían nuestros esfuerzos por contenerlo. Estas mutaciones han llevado a ajustes en estrategias de vacunación, protocolos de salud pública y medidas preventivas. La naturaleza cambiante del virus nos ha recordado la importancia de la vigilancia epidemiológica y la colaboración internacional para enfrentar estos desafíos en curso y adaptarnos a una realidad siempre cambiante.