Cepsa ha comenzado a comercializar combustible sostenible de aviación (SAF) en el aeropuerto de Málaga, el cuarto de España con mayor tráfico de pasajeros con alrededor de 20 millones a finales de 2023.
Así lo ha dado a conocer la compañía en un comunicado en el que dan cuenta de que Cepsa continúa reforzando su posición de liderazgo en la comercialización de combustibles renovables, después de haberse convertido, el pasado julio, en la primera compañía en ofrecer este biocombustible de segunda generación de manera permanente en cuatro de los principales aeropuertos españoles: Madrid, Barcelona, Palma de Mallorca y Sevilla.
«En conjunto, por estas cinco ubicaciones pasan a lo largo del año 160 millones de pasajeros, lo que supone alrededor del 60% del tráfico de pasajeros del país», subrayan. La compañía, uno de los principales fabricantes y suministradores de combustibles para la aviación del mercado español, avanza así en su compromiso de descarbonización del transporte aéreo.
Justo hace un año, Cepsa fue pionera al suministrar SAF a más de 200 vuelos en el Aeropuerto de Sevilla. Asimismo, ha alcanzado acuerdos de colaboración con las principales aerolíneas que operan en España para impulsar juntos la sostenibilidad del sector. En concreto, la energética tiene alianzas con Iberia, Iberia Express, Air Europa, Vueling, Air Nostrum, Binter, TUI, Wizz Air y Volotea, entre otras.
Álvaro Macarro, director de Aviación Sostenible de Cepsa, ha asegurado: «Seguimos dando nuevos pasos para hacer la aviación más sostenible y ayudar a las aerolíneas a avanzar en sus objetivos de descarbonización. Cepsa está siendo pionera impulsando hoy energías que serán clave en los próximos años y que pueden convertir a España en el mayor hub europeo de SAF».
«Tras convertirnos en la primera compañía en ofrecer de forma continuada este combustible renovable a nuestros clientes del sector aéreo en los principales aeropuertos españoles, ahora sumamos un punto clave para las conexiones nacionales e internacionales como es Málaga», añade.
GARANTIZAR EL SUMINISTRO DE SAF
La energética produce este combustible renovable en su Parque Energético La Rábida (Huelva) a partir de residuos orgánicos, como aceites usados de cocina o desechos agrícolas, entre otros. De esta forma, además de poder reducir las emisiones hasta en un 90% respecto al queroseno convencional, la producción de biocombustibles de segunda generación también fomenta la economía circular, ya que se producen a partir de residuos que, de otro modo, acabarían en vertederos.
Para garantizar el suministro de SAF a sus clientes, Cepsa va a desarrollar la mayor planta de biocombustibles de segunda generación del sur de Europa, junto a Bio-Oils, mediante una inversión de hasta 1000 millones de euros. Esta instalación, que se pondrá en marcha en 2026 en Palos de la Frontera (Huelva), tendrá una capacidad de producción flexible de 500.000 toneladas de SAF y diésel renovable.
Dentro de su estrategia Positive Motion, Cepsa, con el objetivo de impulsar la descarbonización de la aviación, aspira a liderar la producción de SAF en España y Portugal, con una capacidad de producción anual de 800.000 toneladas en 2030, una cantidad de combustible sostenible suficiente como para sobrevolar 2000 veces el planeta.
Cepsa es una compañía internacional líder comprometida con la movilidad y la energía sostenibles con una sólida experiencia técnica tras más de 90 años de actividad. La compañía también cuenta con un negocio de química líder nivel mundial con una actividad cada vez más sostenible.
Cepsa ha presentado en 2022 su nuevo plan estratégico para 2030, Positive Motion, que proyecta su ambición de ser líder en movilidad sostenible, biocombustibles e hidrógeno verde en España y Portugal, y de convertirse en un referente de la transición energética. La empresa sitúa a los clientes en el centro de su actividad y trabajará con ellos para ayudarles a avanzar en sus objetivos de descarbonización.
Los criterios ESG inspiran todas las acciones de Cepsa para avanzar hacia su objetivo neto positivo. A lo largo de esta década va a reducir sus emisiones de CO2 de alcance 1 y 2 en un 55 % y su índice de intensidad de carbono en un 15-20 %, con el objetivo de conseguir emisiones netas cero en 2050.