Estamos en la era de la IA, y no hay vuelta atrás. Cualquier ser humano sobre la tierra se va a ver afectado por ella. La IA es tan disruptiva que no nos permite ignorarla. Trae cambios en todos los sectores de disciplinas que cambian nuestra propia percepción de la realidad. Si bien es cierto que existen preocupaciones sobre la pérdida de empleo, la desinformación y el uso indebido, también existen oportunidades para mejorar la atención médica, la educación y abordar algunos de los desafíos más importantes del mundo.
Estas son los postulados de Alberto Levy Macedo, CEO en Poly Cashback, profesor universitario considerado como un evangelista de la innovación y uno de los gurús de la Inteligencia Artificial en España, habló de revolución tecnológica en la conferencia Beyond 2023, organizada por The Cocktail sobre el gran cambio para la realidad en todos los ámbitos de la IA generativa.
Él sabe y advierte que la IA no va a resolver ningún problema, porque según deja muy claro «no es una solución mágica«. Los seres humanos tendrán que querer solucionar sus mayores retos, como el desempleo, el hambre, la migración o el odio entre los pueblos y ayudarse de la inteligencia artificial como herramienta a aplicar en la búsqueda de las soluciones.
Comienza por la definición básica de lo que es la Inteligencia Artificial: «un programa de ordenador diseñado para realizar ciertas operaciones que se consideran propias de la inteligencia humana, como el aprendizaje automático». Él parte de la base de que la inteligencia es una facultad de la mente de los seres humanos que permite aprender, comprender, razonar, tomar decisiones y formar una idea particular de la realidad. Así, la IA es entrenada por los humanos usando, precisamente «esa idea particular de la realidad», que no siempre es la ‘buena’, porque puede estar influida por muchos sesgos».
la IA no va a resolver ningún problema, porque no es una solución mágica. Los seres humanos tendrán que querer solucionar sus mayores retos, como el desempleo, el hambre, la migración o el odio entre los pueblos y ayudarse de ella
Levy sabe que es de la IA de lo que todos hablamos hasta en los bares, y él ha querido poner el foco en el antes y el después de esta tecnología. Si bien existen preocupaciones sobre la pérdida de empleo, la desinformación y el uso indebido, también existen oportunidades para mejorar la atención médica, el transporte, la educación y abordar algunos de los desafíos más importantes del mundo.
Explica la frase «Yo soy el CEO y ChatGPT es mi CTO», porque esta gran herramienta «ahora está remplazando a muchas otras herramientas, y a personas, y pronto habrá unicornios (sturtups que valen más de mil millones de dólares) que solo tengan un empleado. El mes pasado se calculaba que serían cinco. Ahora ya son muchos». Le preguntamos sobre el empleo que destruirá, sin paños calientes. Aunque genera a la larga nuevos empleos, ¿se quedará perdida, sin empleo y sin esperanza, toda una generación mientras crece la que es «nativa IA»?
Responde que históricamente el impacto de tecnologías disruptivas en la sociedad nunca ha sido devastador o ha dejado generaciones enteras desplazadas laboralmente. «Siempre hay una adaptación, una transición y velocidades diferentes en diferentes partes del mundo para su adopción. Esta revolución no está llegando de forma silenciosa, está muy presente en
todas las industrias» y cree que es la responsabilidad de todos entender, planear, educar y capacitar a la fuerza laboral en el uso de nuevas herramientas.
LA IA NO ES MALA, NI BUENA
Preguntamos a Levy si, por muy disruptiva y positiva que va a ser la IA según el mundo de los negocios, si no lo hacemos bien, ¿nos puede destrozar como humanidad, porque genera más desigualdades sociales y geopolíticas que igualdades? Más que nada porque el ser humano tiende a eso.
«La Inteligencia Artificial no es mala, ni es buena. Es lo que hacemos con ella en el mundo», nos responde. «Efectivamente, puede aumentar las desigualdades, puede afectar el empleo, concentrar el poder en manos de unas pocas empresas o naciones, y plantear desafíos éticos, como la privacidad y el sesgo algorítmico».
Sostiene, no obstante que la IA «también puede ser democrática, puede ser desarrollada por todos y para todos, con la correcta introducción a la tecnología y educación. Puede ser utilizada para el beneficio de la humanidad en su conjunto y para abordar estas mismas desigualdades en lugar de agravarlas».
Por esa razón Alberto Levy ve cómo «es fundamental, en este momento todavía incipiente de la tecnología, una gobernanza responsable, regulación adecuada y ética en la investigación y desarrollo de la IA. Y para ello, los gobiernos, las empresas, las universidades y la sociedad deben de trabajar juntos para que sea más ética y responsable».
puede aumentar las desigualdades, puede afectar el empleo, concentrar el poder en manos de unas pocas empresas o naciones, y plantear desafíos éticos, como la privacidad y el sesgo algorítmico
También es un convencido de que la máquinas, como artificiales, van a replicar los defectos de sesgo que les implementemos los humanos. «Imaginemos que puede pasar si alimentamos la IA con nuestra idea de realidad, nuestras creencias, y prejuicios a los autómatas«. Y pone ejemplos como, por ejemplo, a quién mataría en el futuro un coche autónomo si detecta personas de diferentes razas y estilos de vestimenta, e incluso por edades. «Si a la hora de decidir a quién tiene que atropellar si no queda más remedio, cabe la posibilidad de que aplique el sesgo por edades», como ya han hecho los seres humanos con los ancianos, en pandemia, por ejemplo.
LA RIQUEZA DE LA IA, REPARTIDA PARA TODOS
Sobre la riqueza que van a generar estos automatismos inteligentes, planteamos la cuestión de si se puede prever que sus beneficios se repartan entre los inversores de sus industrias o, quizá ¿esa riqueza se repartirá y va a repercutir en el conjunto de la humanidad?
Levy entiende que el mundo es como es y «la forma en que se distribuye la riqueza generada por la automatización depende en gran medida de las políticas gubernamentales, las regulaciones, la ética empresarial y la responsabilidad social. Esto no es algo nuevo, pero se está acelerando con la inteligencia artificial».
Y analiza cómo la automatización también puede llevar a una mayor eficiencia y a la reducción de costos, lo que podría traducirse en precios más bajos para los consumidores y en la creación de nuevos empleos en industrias relacionadas con la tecnología. Así, pone de ejemplo el proyecto de Sam Altman, el fundador de OpenAI, que sin restricciones de background o geografía, pretende orquestar una manera de dar a los humanos una renta básica universal como seguridad a las personas afectadas por los cambios tecnológicos, y ha creado una criptomoneda llamada Worldcoin. El único pre-requisito para tenerla es ser un humano. «Se piensa en la desigualdad y en que la riqueza debe de ser dividida de otra manera», dice Levy.
la sociedad, los medios de comunicación y las plataformas on line pueden trabajar juntos, para promover la difusión de información precisa y verificable
Levy habla Altman, con quien estuvo en «aquí en Madrid, donde dijo que necesitaba ayuda porque estamos creando un monstruo, que no sabemos dónde va a llegar, pero es la tecnología más disruptiva que jamás había pasado por nuestras vidas», porque apenas estamos en el momento de subida de esta, y no hay una línea de tiempo prevista para determinar hasta dónde podrá llegar.
Al preguntarle si la humanidad podrá distinguir lo que es real y auténtico de lo que no, de lo que es fake, nos advierte de que cualquier cosa que pueda imaginar el ser humano, puede generarse con IA (imágenes de terremotos, erupciones volcánicas, o un oasis en el desierto). «Ya no sabemos, por ejemplo, al mirar cualquier fotografía, si lo que muestra es una realidad o está generada», nos dice.
Para eso esta promp, que ha dejado obsoleto al Photoshop, «no hay límite para representar y crear lo que queramos imaginar», o si una imagen es demasiado conservadora, se puede aplicar el filtro rupoll, o una canción romántica sobre un extraterrestre que llega a la tierra, o una imagen de Trump detenido violentamente que cualquiera puede creer como real. «Está cambiando la manera en la que vemos las cosas».
Levy cree que debemos enfrentarnos al reto tecnológico con el pensamiento crítico, para cuestionar las afirmaciones, analizar los sesgos potenciales y buscar múltiples perspectivas antes de llegar a una conclusión; la alfabetización mediática, para evaluar críticamente la información, verificar las fuentes y buscar evidencia antes de aceptarla como verdad y la colaboración, para que la sociedad, los medios de comunicación y las plataformas on line pueden trabajar juntos, para promover la difusión de información precisa y verificable.
LA IA NO ES LA PANACEA
Preguntamos a este estudioso de la nueva tecnología si esta podrá ayudar a resolver problemas como el hambre, los movimientos migratorios, o el odio entre pueblos de distintas creencias, y nos quita la idea de la cabeza. «La IA no va a resolver ningún problema. Esto debe partir de nosotros, de efectivamente querer resolverlos. La inteligencia artificial es una base tecnológica muy potente, si, pero impotente «si no hay realmente una intención en la búsqueda de una solución para los problemas de la humanidad.
Si queremos erradicar el odio entre pueblos, podemos empezar en este momento, monitoreando y analizando discursos de odio en línea, haciendo promoción de contenidos positivos, ayudando en la comunicación y traducción cultural, y fomentando la empatía». La IA, dice, no es una solución mágica.
¿Podría, incluso, como ha ocurrido con otras tecnologías anteriores, ser utilizada para que las guerras sean más efectivas , en vez de para que la agricultura sea más productiva, por ejemplo?
Levy responde que «depende de cada uno de nosotros. Somos muchos más con el poder de aplicar la IA para la agricultura que para las guerras. Y cuando nos toque estar en una posición de poder y decisión a nivel de país, que tengamos la humanidad necesaria para la decisión correcta».
Planteamos a Alberto Levy una última cuestión. Dadas las circunstancias, quizá esta tecnología, ¿podría afianzar el problema de natalidad que tenemos en general en occidente?
Lógicamente, nos asegura que «la IA en sí misma no es una causa directa de problemas de natalidad en Occidente o en cualquier otra región. Sin embargo, puede influir en las decisiones de natalidad de diversas maneras, como con la mejora al apoyo a la salud reproductiva, mejorando la atención médica, mejorando el equilibrio entre trabajo y vida personal, etc». Para él la relación entre la IA y la natalidad es «parte de un conjunto más amplio de factores que influyen en las decisiones de natalidad», como los económicos, culturales, sociales y de políticas.
puede influir en las decisiones de natalidad de diversas maneras, como con la mejora al apoyo a la salud reproductiva, mejorando la atención médica, mejorando el equilibrio entre trabajo y vida personal
Nos explica que, no obstante estamos ahora mismo en el «hiperciclo de la IA, y aún nos queda por para desvelar lo que nos espera el año que viene y que hay nuevas implantaciones de esta tecnología que se integrarán en las próximas (ya no meses) semanas: novedades como la IA de Edge, Data Labeling and Annotation, Causal AI…»
Está claro que este especialista ve la inteligencia artificial como «la oportunidad más grande que tenemos en esta era es la que tenemos para desarrollarnos más como seres humanos: el pensamiento crítico, la adaptabilidad, la inteligencia emocional, la empatía, el amor, porque nada de esto lo va a reemplazar estas máquinas, estos software».