La alarma ultrasónica suena temprano, cuando las farolas LED alimentadas por los aerogeneradores cercanos aún iluminan la calle. Se incorpora, descalzo, disfrutando del agradable tacto del suelo caldeado por la calefacción de biometano, y se viste. Tras calentarse el café en la vitrocerámica conectada al sistema de autoconsumo solar del vecindario, consulta su smartwatch y decide que ya es hora de poner rumbo al trabajo. El sistema GPS de su coche eléctrico le informa que apenas hay tráfico, ya que la puesta en marcha de la nueva línea de hyperloop ha descongestionado mucho las carreteras. Feliz, activa el silencioso motor de litio y, en menos de 15 minutos, llega a la oficina.
El párrafo anterior podría retratar una mañana en la vida de un ciudadano cualquiera en 2050, año en el que, según las previsiones más confiadas, los combustibles fósiles y las emisiones habrán pasado a ser piezas de museo y materia de estudio histórico. A este club de los optimistas pertenecen los 23 especialistas de todo el mundo que han elaborado el análisis ‘Sobre la historia y el futuro de la investigación de sistemas de energía renovable al 100%‘, publicado por el Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos (IEEE, por sus siglas en inglés).
El estudio estima que, al ritmo de avance tecnológico actual, el plazo para que la humanidad obtenga la totalidad de su suministro energético de fuentes renovables es de apenas tres décadas, o incluso menos. Siempre y cuando, eso sí, al consenso científico le acompañe la voluntad política.
SEGÚN EL IEE, La transición energética podría ser más rápida si la gobernanza siguiera el ritmo de la investigación científica
Los autores se manifiestan «preocupados» de que la «inercia institucional» que obstaculiza la generalización de la energía eólica o solar haya permeado en organizaciones clave como la Agencia Internacional de la Energía (AIE) o el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés). La transición energética, sostienen, podría ser más rápida si la gobernanza siguiera el ritmo de la investigación científica en campos como el almacenamiento de energía, la electrificación del transporte, los combustibles sintéticos y la industria de los gases renovables.
El informe publicado por IEEE menciona en su prefacio que el reconocimiento de un escenario 100% renovable ha sido «lento», limitándose a poner el foco en la neutralidad del carbono; es decir, en lograr que la cantidad de emisiones de gases contaminantes sea igual a la que se retira por distintas vías. «El IPCC tardó hasta 2018 en reconocer el escenario 100%, mientras que la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) ha comenzado a aproximarse al concepto; sin embargo, su estrategia central de transición energética aún no lo contempla», expone el documento.
«La AIE ha desarrollado un escenario global Net Zero para 2050 que solo conduce a una cuota renovable del 67%» -continúa- «A mediados de 2022, la Unión Europea (UE) no ha publicado ningún escenario 100%, pero publicó dos escenarios neutros en 2018».
LAS VISIONES DEL FUTURO DE LA ENERGÍA
¿Se puede repartir el trigo que predica el IEEE? El hecho es que a día de hoy, hay países que lo han conseguido. Eso sí, esta afirmación, pese a ser un hecho comprobado, tiene tantos matices que, una vez desgranada, queda poco sitio para la utopía.
Albania, Bután, República Democrática del Congo, República Centroafricana, Costa Rica, Etiopía, Kenia, Lesoto, Namibia, Sierra Leona, Uganda, Zambia, Noruega, Nepal y Paraguay son los estados que han alcanzado un porcentaje de generación renovable del 100% o superior al 90%. Un rápido vistazo a la lista y la conclusión llega veloz: la inmensa mayoría de estos países, con la excepción de Noruega y en menor medida Costa Rica y Paraguay, son pobres de solemnidad, con una red eléctrica escasamente desarrollada que deja desamparada a la mayor parte de la población. Lugares que, en definitiva, poco se parecen a la utopía futurista del primer párrafo.
Producen poco, pero lo que producen es renovable. La cuestión es, por supuesto, si es posible extender este modelo a toda la población, a los países desarrollados y a los que no lo están tanto. La Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP), consultada por MERCA2, tiene mucho que objetar. «La tecnología energética desarrollada actualmente no permite plantear un futuro con energías 100% libres de emisiones», comentan, apoyándose precisamente en las ya mencionadas proyecciones comunitarias: «De hecho, tanto la Unión Europea como la Agencia Internacional de la Energía, plantean un escenario neutro en emisiones para 2050; por tanto, ambas organizaciones reconocen que sí habrá emisiones, pero en el proceso de generación se capturarán esas emisiones, siendo cero el balance final de las mismas».
La postura de la AOP es que incluso este mucho más modesto objetivo requerirá un gran esfuerzo: «Para ello, la inversión en tecnologías energéticas es un factor clave en la transición energética; apostar por tecnologías de producción y generación energética junto con la captura de CO2 y la utilización de materias primas alternativas al petróleo, como los residuos, será clave para un 2050 neutro en emisiones».
«Ahora mismo no hay ni un solo generador ni panel solar que no necesite de combustibles fósiles para su fabricación y mantenimiento»
Pedro Prieto, ingeniero técnico y activista del cénit del petróleo
Pedro Prieto, ingeniero técnico y activista del cénit del petróleo, es bastante más vehemente: «No sé en qué está pensando el IEEE», clama, en referencia a los autores del informe que da pie a este texto. En su conversación con MERCA2, califica de «entelequia» el objetivo de ‘pintar de verde’ la totalidad del parque energético. «¿En 2050 va a estar totalmente electrificada la India? ¿Guatemala?», pregunta retóricamente.
«Ahora mismo no hay ni un solo generador ni panel solar que no necesite de combustibles fósiles para su fabricación y mantenimiento» -explica- «Y en cuanto a las baterías para transporte, el litio que llevan integrado es escaso, y su extracción es altamente contaminante».
Este medio también se ha puesto en contacto con el director general de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), José Donoso, cuya visión es contraria a la de la AOP y Prieto. El objetivo de la UE es una economía descarbonizada para esa fecha, lo que otorga un papel a las nucleares» -recalca- «Pero, incluso sin ellas, podemos llegar a una cobertura total con renovables.
«Energías como la eólica y solar no se introducen en la red por el factor medioambiental, sino porque son baratas; lo que acelerará el proceso de descarbonización»
José Donoso, director general de UNEF
Donoso condiciona ese futuro a la «voluntad política», reconociendo que «una cosa es que sea viable tecnológica y económicamente, y otra cosa es que se haga, porque hay muchos factores implicados». El director de la patronal fotovoltaica contrapone a la sombría interpretación de Prieto un argumento prosaico: las renovables son rentables. «Energías como la eólica y solar no se introducen en la red por el factor medioambiental, sino porque son baratas», comenta, agregando que ese factor «acelerará el proceso».
Respecto al caso africano, afirma que «el modelo de grandes centrales eléctricas ha fracasado», como demuestra el poco acceso a la luz en ese continente. «La fotovoltaica, sin embargo, se ha probado como una solución efectiva, desarrollándose a través de pequeños proyectos privados que proveen a las comunidades», concluye.
La fábula ultratecnificada que esbozábamos al inicio de este reportaje es un camino sin retorno para algunos, una fantasía irrealizable para otros y un conjunto de directrices para los demás. En lo que todos coinciden es en los ingredientes que precisa: determinación institucional, concienciación pública y compromiso financiero. Sólo así nuestro protagonista podrá llegar al trabajo en un cuarto de hora sin emitir un solo gramo de CO2.