Ubicado en la ciudad de Segovia, en el noroeste de la península ibérica, el Acueducto de Segovia, construido por los ingenieros romanos durante el siglo I d.c., resulta uno de los principales símbolos de la región. El acueducto ha sido testigo del paso del tiempo que, a pesar de los siglos transcurridos, aún se mantiene en perfecto estado, siendo un monumento excepcional, una muestra de la antigua ingeniería romana que aún hoy en día sigue ejerciendo su magia sobre los visitantes.
Situado a tan solo 50 km de Madrid, el acueducto de Segovia expone una nostalgia imperial caracterizada por los decorativos arcos y las sólidas piedras de sillería con las que fue construido, los cuales se encuentran en equilibrio de forma tal que soportan el peso entre sí, manteniéndose por el amor de la majestuosa grandeza de los ingenieros romanos. Esta maravilla de la construcción, de fraguado artístico, es una de las principales atracciones turísticas de España, consolidándose como símbolo de identidad y orgullo de la comunidad.
4Agua que fluye
A pesar de que el acueducto de Segovia fue construido con fines hidráulicos, ya hace muchos siglos que el agua dejó de fluir por el mismo. Sin embargo, aún hoy se puede ver como todos los años, unas cuantas gotas caen desde aquellos arcos y recorren sus robustas piedras de sillería.
El agua empleada por los romanos provenía de manantiales que se encontraban en las cercanías de las montañas de la Sierra de Guadarrama, a tan solo unos 15 km del municipio. Como existen muchas montañas, aun los días de sequía los manantiales nunca dejaban de manar. El caudal de las lluvias que producían los primeros arroyos, era lo suficientemente grande para alcanzar la parte superior de la montaña, generando un potencial hidráulico que permitía a los ingenieros llevar el agua hasta la ciudad.