Con los carburantes disparando el coste de la vida en España, el oráculo internacional no puede ser más adverso. Aunque el precio del petróleo ya ha escalado un 30% este verano, los análisis apuntan a un endurecimiento aún mayor del mercado, lastrado por una demanda insatisfecha. Los combustibles fósiles seguirán arrastrando en su ascensión a la economía global, pelele de sus vaivenes. Una tóxica relación de dependencia que, según los productores, no se va a romper en un futuro cercano.
A principios de septiembre, Arabia Saudí y Rusia, los dos mayores exportadores de crudo del mundo, confirmaron que mantendrán hasta fin de año los recortes a su producción en 300.000 y un millón de barriles diarios, respectivamente. Occidente, ya acogotado por la inflación, conocía que seguirá bajo la tenaza energética de Putin y Oriente Medio, que nos condena al presente escenario de estrecheces y subidas de tipos.
EL EMBUDO EN EL SUMINISTRO SE COMBINA CON UNA FUERTE DEMANDA, LO QUE ESQUILMA EL STOCK DE PETRÓLEO Y PROVOCA EL ENCARECIMIENTO DESBOCADO DE LOS PRECIOS
El embudo en la oferta se combina con una demanda persistente, lo que deja al stock en mantillas. A la gobernanza económica internacional le entran los sudores fríos ante los rumores de que Riad podría extender aún más su cerrojo a los surtidores. Si se consuma ese escenario, empeorarían aún más las previsiones, que ya son bastante sombrías.
En su «Informe sobre el Mercado del Petróleo», la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés), pronosticó que los mercados se enfrentan un déficit de 1,2 millones de barriles al día en lo que queda de año. Sólo en agosto, los inventarios mundiales de crudo perdieron 75 millones de barriles, un desequilibrio que amenaza con acentuar aún más la volatilidad de los precios, poniendo en entredicho la estabilidad económica global.
LA COYUNTURA FUERZA A LA GOBERNANZA ECONÓMICA A MANTENER UNA POLÍTICA RESTRICTIVA Y SUBIR LOS TIPOS DE INTERÉS
Son malas noticias para todos, pero sobre todo para el ciudadano medio, puesto que la coyuntura obliga a las instituciones monetarias a adoptar una política restrictiva y de altos tipos de interés. La Reserva Federal estadounidense (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE) ya se han visto forzados a elevar los tipos para embridar la inflación, y no se descarta que lo hagan de nuevo en un futuro.
En declaraciones a Bloomberg, el jefe de la división de mercados petroleros de la IEA, Toril Bosoni, afirmó que la prolongación de esta época de precios petroleros por las nubes «podría retrasar la flexibilización de las políticas monetarias, lo que, a su vez, pone en riesgo la recuperación de la situación económica«.
El ‘oro negro’ escasea cuando más se lo necesita: la propia Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) ha avisado que la demanda está en niveles récord, por lo que el cuarto trimestre podría dejar un déficit de tres millones de barriles diarios.
La consecuencia directa del desbalance entre oferta y demanda es la inevitable subida de un precio ya desbocado. Los analistas de Bank of America colocan el precio del barril brent -la referencia en Europa- en el umbral de los 100 dólares antes de fin de año. Desde JP Morgan arrojan un vaticinio similar. Hasta el momento, el pico de 2023 ha sido de 94 dólares por barril.
LA OPEP SÍ SABE, PERO NO CONTESTA
A la hora de explicar sus decisiones sobre el suministro de la materia prima que controla, la OPEP casi siempre se remite al que presenta como su gran propósito: la estabilidad y la correcta calibración del comportamiento de los mercados mundiales de crudo. Sin embargo, y como ya se ha dicho, la propia organización prevé un dramático déficit en las existencias, cuyos efectos podrían ser devastadores para sus clientes. ¿La explicación del organismo? Un calculado silencio que a los mercados les resulta ensordecedor.
A lo que sí han respondido los productores es al vaticinio de la IEA sobre el cambio de paradigma en la provisión energética mundial. El 14 de septiembre, esta agencia preconizó que la demanda de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas alcanzará su punto máximo antes del final de la presente década, que marcará «el principio del fin» de la era de los combustibles fósiles.
SEGÚN LA OPEP, PROFETIZAR EL FIN DE LA ‘ERA DE LOS COMBUSTIBLES FÓSILES’ ES «IDEOLÓGICO» Y SÓLO CONDUCE AL CAOS ENERGÉTICO
La OPEP, a través de su secretario general, Haitham Al-Ghais, desacreditó tal pronóstico, calificándolo como «extremadamente arriesgado», «impráctico» e «ideológico», añadiendo que en el pasado otras predicciones similares han fracasado estrepitosamente. «Lo que hace que tales predicciones sean tan peligrosas» -matizó- «es que a menudo van acompañadas de llamamientos a la desinversión en el petróleo y el gas», una dirección que, según la postura de la organización, sólo conduce a la debacle energética global.
LO QUE YA NOS ESTÁ HACIENDO LA SUBIDA DEL PETRÓLEO
España es un país dependiente energéticamente, que para mas inri está dentro de un continente también dependiente energéticamente. Rusia, enrabietada por la oposición a su guerra; y la indescifrable OPEP, donde los saudíes mueven los hilos, nos han dejado huérfanos de crudo. Las consecuencias llevan meses y meses siendo dolorosamente evidentes para las empresas y los hogares.
La Inflación anual estimada del Índice de Precios al Consumo (IPC) de agosto fue del 2,6%, según los datos provisionales del Instituto Nacional de Estadística (INE). Los precios crecieron un 0,3% desde el 2,3% registrado en julio y un 0,7% respecto al 1,9% de junio, en una escalada veraniega a la que aún le dura el impulso. Y lo hacen de la mano de unos carburantes cuyo coste ha roto la barrera del sonido.
Según el último Boletín de Petróleo de la UE, el 11 de septiembre la gasolina Euro-super 25 alcanzó los 1.735,25 euros por cada 1.000 litros frente a los 848,17 del 26 de junio, mientras que el gasoil había crecido hasta los 1.634,15 euros por cada 1.000 litros desde los 812,23 de dos meses y medio antes. En ambos casos el precio se ha duplicado.