En verano es difícil resistirse a la tentación de un vaso refrescante de agua con hielo, especialmente cuando buscamos un alivio en esos días de calor intenso. Aunque los refrescos y las bebidas alcohólicas puedan parecer atractivos, los profesionales médicos siempre aconsejan optar por el agua como la mejor opción para mantenernos hidratados. Sin embargo, también debemos tener presente que, incluso en el caso de la bebida más natural que existe, se deben tener en cuenta ciertos consejos y precauciones para un consumo adecuado y saludable.
3DIGESTIONES LENTAS Y PESADAS
Por otra parte, beber agua justo después de las comidas puede acarrear consecuencias aún más significativas, ya que alteramos la temperatura del organismo en el preciso momento en que se inicia el proceso de digestión. Esta acción puede ralentizar y complicar la digestión, llegando en algunos casos a provocar reflujo gastroesofágico, una afección que puede ser incómoda, molesta y dolorosa.
Los problemas pueden agravarse especialmente durante el verano, porque en este periodo es común beber una mayor cantidad de agua. Sin embargo, el exceso de bebida fría puede diluir los ácidos presentes en el estómago, lo cual resulta en una ralentización de las funciones digestivas. Este fenómeno puede generar dificultades en el proceso de digestión y, potencialmente, empeorar aún más las molestias.